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Tomas Torres
Viernes, 25 de Abril de 2014

Política y populismo

Notas a pie de página

[Img #32323]Con el paso de los años y la experiencia que uno va cargando debajo de canas y arrugas, nos vamos dando cuenta -el que se dedica a darle mucho a eso tan anticuado de pensar- que hay cosas que no solo se repiten con cierta frecuencia y que incluso que el devenir de los tiempos se incrementan en grado y reiteración.

En el caso que nos ocupa en la reflexión de hoy trata nada menos que de la política, asunto serio y peliagudo donde los haya, seguramente la mas importante actividad del ser humano después del sexo y el dinero -bueno, eso cuando no van de la mano, o que si no le pregunten a Berlusconi o a Clinton-.

A los políticos les da vergüenza ser políticos. Como suena, es una cuestión que quizá se establece en el campo psicológico, pero que sistemáticamente se hace patente en nuestro diario devenir.

La cosa viene a colación del pleno celebrado en el Ayuntamiento de Torreblanca, en el que entre otras cuestiones, se trató un problema de singular importancia, que curiosamente ha sido causado por la incompetencia de políticos (de esos de los de Madriz), ha sido gestionado por políticos, (de los que reciben órdenes de Madriz aquí subdelegan en Castellón), y que sufren los ciudadanos, como siempre pasa, haciendo alusión a aquel proverbio que reza "cuando los elefantes luchan, la hierba es la que sufre". Se trata de la ilustre ocurrencia de prohibir el transito por la N-340 a los camioneros entre Nules y Torreblanca, cuestión de la que hablamos ampliamente en esta misma publicación por si les interesa saber los últimos acontecimientos al respecto.

Pero no es el tema principal de debate en si lo que vengo analizar ahora, sino las formas y el lenguaje empleado por nuestros representantes POLITICOS en el ayuntamiento.

Ahora resulta que los políticos no quieren hacer política. Como lo oyen.

Durante el pleno del jueves 24 de abril -aunque no costaría poner otros ejemplos anteriores- se escuchó quizá con demasiada reiteración aquello de "no hagamos política de este asunto" cuando precisamente lo que mas se necesita es una eficiente y decidida acción política. De entre las numerosas acepciones de la palabra política destacaré solo algunas a modo de ejemplo para ilustrar mi punto de vista respecto a esa manía de los políticos de no hacer política.

Política: "Perteneciente o relativo a la doctrina política". "Cortés, urbano". "Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos". "Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo". 

Hace muchos años que me dedico a esto de frecuentar salones de plenos, corts, despachos y sedes de partidos, con las insufribles campañas, mítines y chous similares y en ese tiempo he podido ver la tendencia in crescendo de generaciones de políticos que sobre todo en el nivel municipal pretenden renegar de su condición de políticos, como si eso fuera un valor añadido que nos diera confianza en su gestión.

En una ocasión ya oí hablar a Josep Maria Pañella de la artificialmente denominada, "clase política", argumentando lo disparatado del uso de esta expresión tan común -tanto en el discurso político, como en los medios e incluso en la calles-, por considerar que esa expresión alude a una sociedad dividida en castas o clases, en las que dependiendo del nivel en el que se encuentre un ciudadano contará con unos derechos y obligaciones, e incluso privilegios diferentes a los del resto de clases. No es precisamente el president del Bloc un ejemplo de esos políticos que reniegan de serlo, porque no conozco otro que asuma con más naturalidad y ausencia de complejos su condición de ciudadano político que el torreblanquino.

En los inicios de este siglo XXI, en los municipios del litoral de la Comunidad Valenciana florecieron agrupaciones ciudadanas que hicieron bandera de aquello de "nosotros no somos políticos" como garantía de calidad y honradez, para irremediablemente hacer bueno el dicho de que el que con lobos anda a aullar aprende, con vergonzosos ejemplos para demostrarlo.

Se trata simplemente de un concepto de ideología política, o falta de ella en el caso que nos ocupa. Torreblanca ha sido históricamente un reino de taifas donde el carisma personal o del supremo líder de turno han sido motor de proyectos políticos, por encima de siglas y de ideologías. No existe ideario político a cumplir, en cada momento se hace “lo que haga falta”. Los políticos torreblanquinos, salvo contadas excepciones, tienen el perfil político mas bajo de la provincia y navegan entre el populismo y la demagogia, pero eso si, diciendo bien alto que no quieren politizar los asuntos de la vida política, ¿que politizaremos entonces, el fútbol?.

Quizá recordarán los mas veteranos del lugar, o los que como yo, fuimos a parvulitos en las escuelas del calvario, aquellas filas de niños, con los brazos al hombro de su compañero, que recorrían el recreo gritando la tonadilla sílaba a sílaba "¿qui-vol-ju-gar-a-bous?, ¿qui-vol-ju-gar-a-bous?".


En aquellos días, cuando se apuntaban niños mayores que nosotros para jugar a toros con aquellos cuernos de madera que imaginábamos en una rama seca de almendro o con la raíz de un algarrobo y les decíamos "pero no vale pillar" por miedo de que, como su tamaño y fuerza era mayor, nos hicieran daño durante el juego.

Pues lo mismo parece que hacen nuestros representantes políticos en el Ayuntamiento de Torreblanca. Todo lo polémico tiene que ser descafeinado, Plan General, N-340, golf, deslinde, para todo políticos de "sucre", porque si nos ponemos de verdad igual nos pegan una cornada jugando, jugando.

El consistorio, con su representación emanada de las urnas establecida en el pleno del ayuntamiento, es un escenario político, donde se requiere hacer política, y donde se requiere que participen políticos. La simulación del concejal ciudadano es una falsedad, porque igual que cuando uno entra a trabajar en una obra se le llama albañil y cuando trabaja en una oficina es oficinista, el que entra en política es político, y si no lo es entonces será un bedel o un funcionario o un florero, pero entonces no se comprende que hacen con un acta de concejal ocupando una silla desde la que podría trabajar por su pueblo alguien mas.

Encuentro comprensible que a la gente le de vergüenza que les llamen políticos, hoy en día seria mas fácil de aceptar por unos padres de familia que el hijo en el que tenían todas sus esperanzas de que hiciera carrera les diga que se va a un monasterio en La Alpujarra a meditar y hacerse una trenza con los pelos del ombligo que si les dijera que se presenta a las municipales. Pero esa reputación de vagos, derrochadores, corruptos, que viven de espaldas a la sociedad pero se suben a esas espaldas para medrar a costa de sus concejalías, actas de diputado o el plácido ocaso de su carrera en el Parlamento Europeo, esa fama no se la ha dado el pueblo por capricho, los ejemplos son muchos, muy recientes y muy claros.

Torreblanca como parte de esa sociedad en la que tenemos que compartir un destino común, donde el trabajo de todos es necesario para forjar un mejor futuro, de los que gobiernan, de los que hacen oposición, de los que hacen bocadillos, los que venden alcachofas o el que barre nuestras calles, cada cual debe cumplir con sus obligaciones de la mejor manera posible. Y en ese sentido, los políticos locales están demostrando que cometen una consciente y continuada dejación de funciones en los cargos que ostentan.

Los políticos torreblanquinos carecen en la actualidad de peso político. Para el que no lo entienda, el concepto de “peso político” no significa que llames y los que mandan de verdad te reciban enseguida, te den palmadas en la espalda y te digan “tranquilo chaval que de esto me encargo yo”. “Peso político” significa que pidas una cosa, primero de buenas maneras pero si hace falta pegando un puñetazo en la mesa, y que te resuelvan las cosas. No nos engañemos.

Hay que remontarse muy atrás, más de 20 años para encontrar un diputado autonómico de Torreblanca, respecto a los que ha tenido a nivel provincial, pues que yo recuerde en el PSOE tuvieron a Pepe Carceller, pero de eso ha llovido y el último hijo de Torreblanca que se sentó en el Palacio de las Aulas fue del BLOC, y ahora está en Les Corts. Del Partido Popular de Torreblanca, en las instancias de decisión política, donde realmente se hace la política que saca adelante proyectos importantes no se tiene noticias, ni está ni se le espera.

Yo, que sé leer entre líneas, entiendo por donde van los tiros con lo de no politizar los asuntos importantes, lo que ni quieren es "hacer populismo" esos asuntos, que un concejal no vaya al bar a contar una media verdad cuando ni una absoluta mentira, que confunda a la gente y la eche encima de los otros partidos. Con esa desesperada petición de no politizar las cuestiones importantes lo que hacemos es echarnos irremediablemente en brazos del populismo más recalcitrante.

Para el problema de los afectados por la ocurrencia de desviar la N-340, el teatrito del golf, el sainete del Plan General, o la monserga del deslinde se necesitan acciones políticas útiles, serias y decididas, lo demás es circo, no política. Cuando se necesita un político, si el que esta no lo es, que pase el siguiente.

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