Domingo, 21 de Diciembre de 2025

Actualizada Viernes, 19 de Diciembre de 2025 a las 19:54:33 horas

el7set
Lunes, 25 de Mayo de 2015
Literatura

M. J. Zapater muestra en Felio a corazón abierto el interior de Castellón

La periodista valenciana María Jesús Zapater lleva años afincada en Castellón. Medio huida de la ciudad, como Felio, el protagonista que da nombre a su novela, ha recorrido los pueblos y masías más montaraces de la comarca para pintar el marco en que esta historia se desarrolla: Ficto, lugar ficticio pero, por momentos, reconocible. Novela negra, sensorial y de costumbres / manías, narra los bandazos emocionales de un roquero que da rienda suelta a sus sentidos. Esta obra es la tercera publicada por esta apasionada del castellano, que aún tiene montones de poemas y dos novelas más en el tintero.

[Img #41515]—¿Cuánto tiempo llevas escribiendo?

—No sé qué edad tenía cuando garabateé mi primer texto. Lo hice en una pequeña agenda roja sin gastar que le cogí a mi madre. Ella me leía a menudo para dormir «La Bella Durmiente del Bosque», y de tanto escucharla noche tras noche, debí de quedarme como en trance con la copla y con el cuento, ya que acabé aprendiéndolo de memoria. Desde entonces escribo de forma periódica (aunque ya fuera del periódico), muchas veces sin tener conciencia clara de ello: artículos, poesías, novelas, relatos, teatro burlesco…

 

—¿Qué es lo que más destacarías de tu libro?

—Su sensorialidad. Es la última novela que he escrito, pero la primera que publico, por lo que es tan sintética en estilo y técnica, como analítica. Está muy tamizada, es fruto de muchas y ambivalentes experiencias, y me he esforzado en que a cada paso pueda saborearse, olerse por su léxico, visualizarse párrafo tras párrafo… He querido hasta remover el sexto sentido del lector recurriendo a silencios y zonas de sombra entre líneas.

 

—El filólogo Juan Romeu ha calificado a Felio con 7,5 en su página El príncipe de Veer/Leer. ¿Que es lo que más le llama la atención a tus lectores, que te hayan comentado?

—Me gusta recibir sus impresiones, señal de que algo se ha removido en ellos. Juan Romeu, gramático y lexicógrafo de la RAE, excelente y exigente, le acaba de hacer a la obra su primera reseña, sí. En ella destaca más cómo digo las cosas que la historia en sí (no apta para todos los públicos por ciertas escenas sórdidas). Para mí es un honor que la obra, pese a su dureza, la parezca maravillosamente escrita. A Juan Antonio Tomás, que me acompaña en las presentaciones, también le debo agradecer sus opiniones: siempre benevolente, ya dijo en una ocasión sobre Obertura en resol, mi pequeño poemario, que «las palabras me caen como maná del cielo». Esto suena tremendo, pero… ¡es tan bonito! En la presentación de Felio, de hace unos días, en Cabanes, afirmó que era una «auténtica cirujana de las palabras» y que esta novela se desarrollaba «como una sinfonía: suavemente al principio para subir de tono y acabar en un estallido de bombos y platillos». La última impresión recibida ha sido anecdótica y muy hermosa: una vecina, que domina principalmente el francés por ser su lengua, vino a mi casa tan eufórica hablándome de ciertas descripciones, que la cena acabó quemándosele en el fuego. ¡Había leído mis obras diccionario en mano!, cosa admirable. Con curioso entusiasmo, buscaba en mi jardín con la mirada las flores que cito en mis obras (tanto en Felio como en En la flor de la rambla), y se quedó pasmada cuando le aclaré que estaban en mi sesera.

 

—¿Qué te ha inspirado para escribir Felio?

—Su mismo título: Felio significa ‘feliz’. Es el nombre del protagonista (roquero huido de la popularidad). Debo contar una anécdota al respecto. Me gané mi primer sueldo por escribir columnas de opinión en Las Provincias, donde entré gracias a una carta que le escribí en el 97 a la que era entonces su directora, María Consuelo Reyna, después de que unos okupas me echaran de una feria por leer manos. Esa carta, titulada «La feria de las vanidades y la incoherencia», me permitió alquilarme una plaza de garaje para mi 600. El dueño de ese aparcamiento se llamaba Felio. Me pareció de tal fuerza la belleza sonora del nombre, que supe que algo gordo saldría de allí.

 

—El original de Felio, expuesto en la presentación, lo encuadernaste a mano antes de editarlo con Círculo Rojo. ¿Por qué?, ¿de dónde viene esa afición, hoy en día inusual?

—Sí, me esmeré en imprimir en papel bueno de dibujo esta novela tras escribirla, hace ya unos 10 años. Mi marido, José Miguel Perales, que es muy manitas, me enseñó. Y así fue como pacientemente invertí horas en coser a mano y encolar la obra, adornándola con cueros, pieles de serpiente y avestruz, maderas talladas, herrajes auténticos de masía, ¡oxidados y todo! Lo más chocante son una puerta de chapa insertada como una hoja más, que tiene hasta gatera, y una bolsa de hilo y ganchillo rellena de hierbas aromáticas prensadas y secas. Esas hierbas son aún las que recogía en mis paseos por el interior de Castellón. Manzanilla, espliego, tomillo, ruda… Es un ramalazo abrir el ejemplar y percibir su aroma. ¡Soy muy sensorial!

 

—Ficto es el nombre del pueblo en que se desarrolla la historia. ¿Es real?

—Ficto, como su nombre indica, es ficticio, no existe. No obstante, tiene raigambre que puede ser identificada aquí y acullá. Por ejemplo: las rosadas piedras de rodeno en que se hinca el lugar son clara referencia a Vilafamés. La plaza en que desemboca la calle Mayor recuerda a Cabanes. Las callejuelas empinadas y estrechas, con sus artesonados y casas de solera, podrían ser propias de Morella o Mirambel. Las balas de heno, el frío y la nieve nos trasladan al instante a cualquier estampa de Teruel, del Castellón más profundo e incluso de la zona de Cataluña, tan rica en masías de empaque.

 

—¿Qué se va a encontrar el lector en tu obra?

—Prosa reposada que entra fácil, mimada, escrita con el brío del rock. El desafío a rebuscar en nosotros lo auténtico, yendo más allá de convenciones imperantes. El aullido por desatar la naturaleza, desechando lo inculcado. Encontrará personajes con voces tan distintas como identificables, entrando en el juego de la trama sin que apenas se dé cuenta. Degustará las contradicciones humanas: trapicheos, audacias, angustias, vergüenzas de familia y manías.

 

—Algo que quieras destacar.

—La gran suerte que he tenido de que Javier Barajas, amigo desde hace muchos años, excelente periodista y, ahora, director de cine con Una esvástica sobre el Bidasoa (documental premiado en Nantes), haya prologado esta osadía que es Felio. Debo agradecer también a Juan Romeu, de Gramática para Carmencita, sus aclaraciones en dudas con alternativas de uso que implicaban todo un cambio de matiz psicológico (según optara por una u otra), así como a la Fundéu y a la misma Real Academia. No sé qué filólogo, en nombre de ésta, se ha tomado el trabajo incluso de buscar en otras novelas ejemplos puntuales que respondieran a mis preguntas sobre casos resbaladizos. Siempre me ha obsesionado que se respete la lengua. Creo que es responsabilidad de todos no empobrecerla. También me admira que hayan sido los medios locales, en lugar de los grandes, los que se hayan ocupado de fomentar el boca a boca de esta novela. Este síntoma dice mucho del interés por la cultura según quién. ¡Gracias!, por cierto.

 

—¿Dónde se puede adquirir Felio?

Felio, al igual que los relatos de En la flor de la rambla, están en algunas librerías de Oropesa y Benicàssim. En el local de Agua Cero Impermeabilizaciones, en la calle Oropesa nº 15 de la Ribera de Cabanes, se ven los libros en el escaparate. Con suerte, de aquí se lo llevan hasta firmado. En red hay numerosas librerías donde pedirlo, aunque lo más rápido es hacerlo mediante la página de la editorial, que es Círculo Rojo. El poemario, Obertura en resol, lo doy por agotado, aunque quizá alguna librería local tenga algún ejemplar perdido en sus estantes.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.