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Domingo, 19 de Noviembre de 2017
Arte contemporáneo

Pablo Castro muestra en el ECO las piezas de su colección que le ayudan a comunicarse con su hija con Síndrome de Rett

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Sencillo, llano y franco, así cuenta Pablo Castro porqué se hizo coleccionista de arte contemporáneo y qué razones le han llevado a elegir las 12 piezas que desde el 18 de noviembre y hasta el día 26 se podrán contemplar en el ECO (Espai Cultural Obert) del edificio de Las Aulas de la Diputación de Castellón, como una de las actividades complementarias de la Feria MARTE (Castellón, 16-20 noviembre 2017).

 

En la colección que se puede visitar en el ECO, hay un total de doce obras, una pieza de vídeo y 11 piezas de distintas técnicas, fotografía, pintura y técnicas mixtas. Son obras de Carlos Sanz Ladea, Belén Rodríguez, Rebeca Menéndez, Ana Soler, Alain Urrutia, Ellen Kooi, Álvaro Pérez Mulas, Daría Urzay y Cristina R. Vecino.

 

“Estas obras aquí porque representan momentos importantes dentro de lo que mi  ecosistema vital. Obras de cuando recibimos el diagnostico de mi hija. De momentos concretos, por ejemplo, la obra de David Urzay tiene que ver precisamente con el genoma, las piezas de Belen Rodríguez, la del frigorífico por ejemplo tiene que ver con el tipo de trabajo que hacemos la niña. Aparentemente, parece que no haya conexión entre ellas, pero sí hay un hilo conductor detrás. Hay un vínculo personal con la vida cotidiana. Sin estar orientado hacia una cosa en concreto, pero que unen a una experiencia vital para nosotros”, afirma desde el corazón, Pablo Castro.

 

Castro es profesor de Historia del Arte y precisamente dedica muchos esfuerzos a enseñar cómo utilizar el arte como canal de comunicación. De hecho su trabajo ha sido premiado por la innovación educativa por muchas instituciones.

 

Pablo Castro cuenta que no es coleccionista de vocación, sino que lo es gracias a que poco a poco ha ido haciendo acopio de piezas que han ido marcando sus vidas. “El sentido de la colección es un mecanismo de comunicación privado entre mi hija y yo. De hecho, mi mujer no entra en esto, porque estas obras no siempre le gustan a mi mujer. Trato de convertir cada una de las obras, en una herramienta de trabajo, a través del ipad, del escaneo de las imágenes y de actividades pensadas en la disección de las piezas y que la niña pueda trabajarlas sobre el muro expuestas o sobre la tableta de una manera más profunda. Al final, las obras tienen que tener el mismo sentido que los pictogramas que utilizamos para comunicarnos con ella. Y han de tener un segundo paso, que sean manipulativas, porque ella y yo no vamos a poder tener esta conversación y hemos de hacerlo de otra manera. Y lo hacemos a través de las sensaciones del arte”, dice el coleccionista.

 

He elegido estas y no otras porque a Marte quería traer cosas distintas, que se viera un coleccionista que es ecléctico y que tiene de todo, lo que tiene que tener sentido para mi es saber por qué está la pieza en la colección. Me pasa que voy a galerías y exposiciones y veo obras que me encantan y que me puedo permitir pagar y dentro de que soy maestro de escuela y tengo un sueldo de mil y ochocientos euros al mes. Las obras las voy pagando a plazos. No tengo mucho dinero, sino que tengo voluntad y amor por el arte y considero que el arte tiene que estar a mí alrededor y en mi vida cotidiana. Por mi formación, soy licenciado en historia del arte, pero también porque mi abuelo pintaba y me llevaba a exposiciones y desde muy niño he tenido esa necesidad también de ir a salas y ver lo que se está haciendo.

 

CASTRO EN MARTE

Pablo Castro cuenta con más de 40 piezas en su colección y decide exponer una parte de ella en la Feria Marte porque cree en el evento: “La feria ha cambiado y ha evolucionado para bien. La feria es mucho más seria y ha ganado en calidad. Las actividades paralelas dan un aliciente más importante. Además la feria hace que el arte contemporáneo esté más presente y algo más cotidiano. (Aquí cuenta la anécdota de cómo en sus clases aprovecha para llevar a sus alumnos universitarios a diferentes galerías  cómo ha jóvenes que con 21 años, no han estado nunca en ninguna) Las actividades paralelas pueden atraer a este otro tipo de público que no necesariamente es erudito y no necesariamente es un público de comprar arte, pero también la única manera de hacer un mercado del mundo del arte es quitarnos el estigma de que para comprar arte hay que ser rico”. De hecho Castro  argumenta que él es coleccionista con un sueldo de profesor de 1800 euros al mes, de los cuales separa un poco en cada mensualidad para dedicarlo al arte, porque “el disfrute del arte no es solo verlo sino tocarlo, tener un encuentro con una obra conocer al artista, verlo en su estudio trabajando, Todo eso contribuye a que el arte contemporáneo tenga salida y sea también  un elemento dinamizador de la economía”.

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