Opinión
¡Playa de perros, si!
Queremos dejar claro para todos los lectores de El 7Set que los vecinos de Capicorb nunca hemos dicho no a la playa de perros que tenemos en la marjal Sòl del Riu, al margen de que haya una persona que se ha manifestado en contra en un reciente artículo publicado en este periódico. Es sin duda una opinión respetable y digna de ser tenida en cuenta, pero sólo como tal opinión personal, nunca como algo representativo de los vecinos de Capicorb. Probablemente haya algunos vecinos más que también estén en contra, como ocurre con todo desarrollo animalista, como hay quien se queja de las cacas de los pájaros, de los gatos libres, de los caballos que pasean por los caminos con sus amos, de los jabalíes y zorros que habitan en la zona, etc. Es un problema de convivencia que en temporada turística se agranda por la llegada de numerosos visitantes foráneos, y como tal debe resolverse con el suficiente equilibrio, tolerancia, prudencia y respeto hacia todos, vecinos y veraneantes.
Las razones para estar en contra nos parecen de muy dudoso rigor. La primera es la necesaria protección del humedal, que se afirma es área de descanso de aves migratorias, cierto, pero debe saberse que esa no es la razón por la que está protegido este humedal, que en la catalogación de humedales protegidos de la C.V. consta como el Humedal nº 16 y en cuya ficha se hace constar que los valores de flora y fauna que en él se presentan son simplemente testimoniales. Exactamente la ficha dice: “Valores bióticos generales y estructurales, presentes, valor biótico específico, ausente”. Sin embargo a la hora de establecer los valores que determinan la especial protección que el humedal recibe desde el año 2002, constan dos. En primer lugar los valores paisajísticos, y en segundo los de protección del riesgo de inundaciones, los que son considerados como “significativos”. Esto quiere decir que no es específicamente la fauna o la flora lo que se considera de valor relevante para la protección, aspectos que sin embargo son claves de la catalogación del humedal contiguo Prat de Cabanes-Torreblanca, donde sí que las aves migratorias establecen nidificación, descanso, etc.
Gracias a esta específica valoración del humedal Sòl del Riu se ha conseguido tras ardua y continua lucha vecinal que el paisaje de la punta de Capicorb no se haya degradado con bloques de apartamentos tal como pretendían los promotores locales y su ayuntamiento, que no se haya podido encauzar el río San Miguel para desarrollar el monstruoso plan urbanístico de 4.500 apartamentos que el ayuntamiento había proyectado en los escasos dos kilómetros de primera línea de costa entre el camping Tropicana y la ermita y que exigían los promotores y unos pocos propietarios de grandes terrenos, generalmente adquiridos de forma reciente con pura motivación especuladora, en contra de la inmensa mayoría de los vecinos y sobre todo en contra de los pequeños propietarios locales.
Y por el contrario ningún plan de protección impide el baño, como no lo impide en ningún parque natural, ni en ningún otro humedal, ni a las personas, ni a sus perros.
Obviamente al establecerse como área acotada para el baño de vecinos con sus mascotas, se establecieron las clásicas bolsitas de recogida de excrementos y un pequeño espacio para aparcamiento donde podían situarse unos diez coches. El resultado es que no es lo más frecuente que se encuentran cacas de perro porque la mayoría de los visitantes de la playa que se toman la molestia de venir, incluso desde lejos, para compartir el baño con ellos son gente cívica que recoge los excrementos que los perros pudieran depositar. La cuestión de los orines es insustancial porque evidentemente en una playa de cantos en la orilla del mar y con brisas continuas nadie puede percibir olor diferente al del resto de la playas cercanas. Y en todo caso cuando alguien alguna vez ve una caca de perro no creo que se pueda quejar más de si la viera en cualquier otro lugar de Capicorb, incluido todo el Serradal. Sin duda no es algo trascendente.
Respecto a la suciedad de todo tipo que se denuncia, es exactamente la misma que inunda todo el contorno marino del pueblo, que no está precisamente bien cuidado por los servicios municipales. Quejémonos a ellos, pero no de ese pequeño fragmento de costa, sino de toda ella.
Ignoramos cuáles sean los supuestos graves daños que producen a la marjal el baño de los perros, pero no deben ser tan graves cuando al acabar el verano la marjal sigue exactamente igual que antes de su comienzo.
En conclusión, no estamos seguros de qué es lo que desagrada a algunos vecinos que no resulte ser algo personal y de su particular punto de vista, pero quede constancia que la opinión en contra publicada en este digno periódico no consta que tenga el respaldo mayoritario de los vecinos.
Pero cabe decir que somos muchos los vecinos y visitantes, usuarios o no de la playa con perros, que disfrutamos con el simpático espectáculo de ver a perros y amos compartiendo el baño, con juegos, y sin que se vean altercados ni otras prácticas que por desgracia se ven con demasiada frecuencia en otras playas. Las playas con perros son un atractivo turístico no invasivo ni degradante que dignifica al lugar donde existen, y que por desgracia son escasas en un país todavía de muy baja sensibilidad animalista.
Y la limpieza de maleza que se ha llevado a cabo enfrente del humedal la pasada semana no es ningún parking, es un trabajo de eliminación de broza realizado por la empresa propietaria del terreno que nada tiene que ver con la playa con perros, y del que no constan los fines que persiguen ya que no han tenido a bien comunicarlo a la Dirección Territorial de Medio Ambiente como la Ley exige.
Gracias a la reciente aprobación definitiva del PATIVEL todo Capicorb ha quedado protegido, y con esta excelente norma las promotoras no pueden urbanizar ni construir bloques y los particulares son los únicos que pueden construir en baja densidad en sus terrenos, lo que permitirá que el turismo de Capicorb sea un turismo también de baja densidad, sostenible, no destructivo y armónico con nuestro protegido paisaje, y por ende que la playa con perros siga siendo un lugar amable y atractivo que los vecinos compartimos con nuestros visitantes en estos dos meses de temporada, muchos de nosotros, con mucho placer. La playa con perros en el humedal de Capicorb es un atractivo turístico que tiene la ventaja añadida de encontrarse en un bellísimo entorno no urbanizado ni urbanizable. Una joya en toda la costa de nuestra Comunidad Valenciana.
No parecería sensato eliminar esta playa sino abrir más en Alcossebre para que no sea la única del pueblo y que los perros puedan bañarse en otras playas también, que significarían un atractivo añadido al turismo.
Juan Barceló, vecino de Capicorb
Queremos dejar claro para todos los lectores de El 7Set que los vecinos de Capicorb nunca hemos dicho no a la playa de perros que tenemos en la marjal Sòl del Riu, al margen de que haya una persona que se ha manifestado en contra en un reciente artículo publicado en este periódico. Es sin duda una opinión respetable y digna de ser tenida en cuenta, pero sólo como tal opinión personal, nunca como algo representativo de los vecinos de Capicorb. Probablemente haya algunos vecinos más que también estén en contra, como ocurre con todo desarrollo animalista, como hay quien se queja de las cacas de los pájaros, de los gatos libres, de los caballos que pasean por los caminos con sus amos, de los jabalíes y zorros que habitan en la zona, etc. Es un problema de convivencia que en temporada turística se agranda por la llegada de numerosos visitantes foráneos, y como tal debe resolverse con el suficiente equilibrio, tolerancia, prudencia y respeto hacia todos, vecinos y veraneantes.
Las razones para estar en contra nos parecen de muy dudoso rigor. La primera es la necesaria protección del humedal, que se afirma es área de descanso de aves migratorias, cierto, pero debe saberse que esa no es la razón por la que está protegido este humedal, que en la catalogación de humedales protegidos de la C.V. consta como el Humedal nº 16 y en cuya ficha se hace constar que los valores de flora y fauna que en él se presentan son simplemente testimoniales. Exactamente la ficha dice: “Valores bióticos generales y estructurales, presentes, valor biótico específico, ausente”. Sin embargo a la hora de establecer los valores que determinan la especial protección que el humedal recibe desde el año 2002, constan dos. En primer lugar los valores paisajísticos, y en segundo los de protección del riesgo de inundaciones, los que son considerados como “significativos”. Esto quiere decir que no es específicamente la fauna o la flora lo que se considera de valor relevante para la protección, aspectos que sin embargo son claves de la catalogación del humedal contiguo Prat de Cabanes-Torreblanca, donde sí que las aves migratorias establecen nidificación, descanso, etc.
Gracias a esta específica valoración del humedal Sòl del Riu se ha conseguido tras ardua y continua lucha vecinal que el paisaje de la punta de Capicorb no se haya degradado con bloques de apartamentos tal como pretendían los promotores locales y su ayuntamiento, que no se haya podido encauzar el río San Miguel para desarrollar el monstruoso plan urbanístico de 4.500 apartamentos que el ayuntamiento había proyectado en los escasos dos kilómetros de primera línea de costa entre el camping Tropicana y la ermita y que exigían los promotores y unos pocos propietarios de grandes terrenos, generalmente adquiridos de forma reciente con pura motivación especuladora, en contra de la inmensa mayoría de los vecinos y sobre todo en contra de los pequeños propietarios locales.
Y por el contrario ningún plan de protección impide el baño, como no lo impide en ningún parque natural, ni en ningún otro humedal, ni a las personas, ni a sus perros.
Obviamente al establecerse como área acotada para el baño de vecinos con sus mascotas, se establecieron las clásicas bolsitas de recogida de excrementos y un pequeño espacio para aparcamiento donde podían situarse unos diez coches. El resultado es que no es lo más frecuente que se encuentran cacas de perro porque la mayoría de los visitantes de la playa que se toman la molestia de venir, incluso desde lejos, para compartir el baño con ellos son gente cívica que recoge los excrementos que los perros pudieran depositar. La cuestión de los orines es insustancial porque evidentemente en una playa de cantos en la orilla del mar y con brisas continuas nadie puede percibir olor diferente al del resto de la playas cercanas. Y en todo caso cuando alguien alguna vez ve una caca de perro no creo que se pueda quejar más de si la viera en cualquier otro lugar de Capicorb, incluido todo el Serradal. Sin duda no es algo trascendente.
Respecto a la suciedad de todo tipo que se denuncia, es exactamente la misma que inunda todo el contorno marino del pueblo, que no está precisamente bien cuidado por los servicios municipales. Quejémonos a ellos, pero no de ese pequeño fragmento de costa, sino de toda ella.
Ignoramos cuáles sean los supuestos graves daños que producen a la marjal el baño de los perros, pero no deben ser tan graves cuando al acabar el verano la marjal sigue exactamente igual que antes de su comienzo.
En conclusión, no estamos seguros de qué es lo que desagrada a algunos vecinos que no resulte ser algo personal y de su particular punto de vista, pero quede constancia que la opinión en contra publicada en este digno periódico no consta que tenga el respaldo mayoritario de los vecinos.
Pero cabe decir que somos muchos los vecinos y visitantes, usuarios o no de la playa con perros, que disfrutamos con el simpático espectáculo de ver a perros y amos compartiendo el baño, con juegos, y sin que se vean altercados ni otras prácticas que por desgracia se ven con demasiada frecuencia en otras playas. Las playas con perros son un atractivo turístico no invasivo ni degradante que dignifica al lugar donde existen, y que por desgracia son escasas en un país todavía de muy baja sensibilidad animalista.
Y la limpieza de maleza que se ha llevado a cabo enfrente del humedal la pasada semana no es ningún parking, es un trabajo de eliminación de broza realizado por la empresa propietaria del terreno que nada tiene que ver con la playa con perros, y del que no constan los fines que persiguen ya que no han tenido a bien comunicarlo a la Dirección Territorial de Medio Ambiente como la Ley exige.
Gracias a la reciente aprobación definitiva del PATIVEL todo Capicorb ha quedado protegido, y con esta excelente norma las promotoras no pueden urbanizar ni construir bloques y los particulares son los únicos que pueden construir en baja densidad en sus terrenos, lo que permitirá que el turismo de Capicorb sea un turismo también de baja densidad, sostenible, no destructivo y armónico con nuestro protegido paisaje, y por ende que la playa con perros siga siendo un lugar amable y atractivo que los vecinos compartimos con nuestros visitantes en estos dos meses de temporada, muchos de nosotros, con mucho placer. La playa con perros en el humedal de Capicorb es un atractivo turístico que tiene la ventaja añadida de encontrarse en un bellísimo entorno no urbanizado ni urbanizable. Una joya en toda la costa de nuestra Comunidad Valenciana.
No parecería sensato eliminar esta playa sino abrir más en Alcossebre para que no sea la única del pueblo y que los perros puedan bañarse en otras playas también, que significarían un atractivo añadido al turismo.
Juan Barceló, vecino de Capicorb


















