Opinión
Fastos nefastos
Agosto pone el foco sobre el mundo rural. Una vez al año se produce un fenómeno migratorio único, masivo e inverso, las urbes se vacían y los pueblos, algunos ya casi despoblados, se avivan de gente. Nuestras fiestas populares atraen y atrapan a lugareños y foráneos, y se convierten por unos días en el epicentro de nuestro, ya de por sí, embotado y disperso universo. Los pueblos hacen su agosto, el nuestro también.
Hablemos de ello e intentemos ampliar el foco: ¿En qué consisten estos fastos y por qué? Sólo hay que echar un vistazo rápido al programa de actividades de nuestro propio municipio, Alcalà de Xivert (aunque es extensible a casi todos), para ver que todo se reduce a lo mismo: acoso y maltrato animal. 15 largos y nefastos días de verdadero horror para toros y animalistas. Estas fiestas no son más que “semanas taurinas” adornadas de actividades anodinas para no dejar fuera a las mujeres, ya que aquí mandan ellos, las peñas bovinas alimentadas con dinero público. La cosificación y tortura de seres vivos para divertimento del pueblo es ahora mismo la única razón de ser de nuestras fiestas populares, que con el “toro embolado” alcanzan su máxima expresión (hay 7 programados). Pareciera que embolar astados es un oficio “muy macho” que hay que recuperar, porque como todo lo relacionado con la cultura taurina, el patriarcado necesita sus rituales y sus símbolos, comme il faut. Las fiestas populares, entre otras, han tenido siempre la función de mantener y reproducir las estructuras de poder de una sociedad, y la nuestra, la española, para desgracia de todas las mujeres, es una cultura patriarcal, porque es así, queridos lectores, el patriarcado es machista, violento y mortal. Reconocer y combatir desde todos los flancos estas estructuras disfrazadas de normalidad que tanto dolor generan, es deber moral de todas, ¡hagámoslo!
Porque no podemos dejarlo en manos de los políticos, desgraciadamente encontramos ejemplares, que un día fueron maestros, aplaudiendo tradiciones que transmiten valores de violencia y desprecio hacia seres vivos sintientes a los más pequeños, permitiendo que surjan y crezcan fenómenos anómalos como niños sanfermines en pueblos que nada tienen que ver con la perversa tradición navarra. Padres y madres disfrazando alegremente a sus hijos de rojo y blanco para que aprendan desde bien pequeños lo divertido que es pertenecer a una manada humana y maltratar animales. Ya sabemos que pasar del maltrato y humillación animal al maltrato humano no supone un gran esfuerzo.
¿Pero por qué se fomenta esto y no la lectura de libros o la música? Porque es más fácil manipular a una manada descerebrada que a seres pensantes. Démosle pan (estofado de buey) y circo (toros) al pueblo y esperemos que se olvide del juego sucio presente en las elecciones, que se olvide de las incumplidas promesas que le hicieron para mantener infraestructuras de ayuda a las personas mayores, que se olvide del bochorno mediático por una playa contaminada sin que se haya resuelto el problema, que se olvide de todo el dinero despilfarrado en 15 días de fiestas que podría emplearse en solucionar los problemas de la gente, lo que verdaderamente importa es que se olvide de todo. ¡Pues hagamos memoria!
Agosto pone el foco sobre el mundo rural. Una vez al año se produce un fenómeno migratorio único, masivo e inverso, las urbes se vacían y los pueblos, algunos ya casi despoblados, se avivan de gente. Nuestras fiestas populares atraen y atrapan a lugareños y foráneos, y se convierten por unos días en el epicentro de nuestro, ya de por sí, embotado y disperso universo. Los pueblos hacen su agosto, el nuestro también.
Hablemos de ello e intentemos ampliar el foco: ¿En qué consisten estos fastos y por qué? Sólo hay que echar un vistazo rápido al programa de actividades de nuestro propio municipio, Alcalà de Xivert (aunque es extensible a casi todos), para ver que todo se reduce a lo mismo: acoso y maltrato animal. 15 largos y nefastos días de verdadero horror para toros y animalistas. Estas fiestas no son más que “semanas taurinas” adornadas de actividades anodinas para no dejar fuera a las mujeres, ya que aquí mandan ellos, las peñas bovinas alimentadas con dinero público. La cosificación y tortura de seres vivos para divertimento del pueblo es ahora mismo la única razón de ser de nuestras fiestas populares, que con el “toro embolado” alcanzan su máxima expresión (hay 7 programados). Pareciera que embolar astados es un oficio “muy macho” que hay que recuperar, porque como todo lo relacionado con la cultura taurina, el patriarcado necesita sus rituales y sus símbolos, comme il faut. Las fiestas populares, entre otras, han tenido siempre la función de mantener y reproducir las estructuras de poder de una sociedad, y la nuestra, la española, para desgracia de todas las mujeres, es una cultura patriarcal, porque es así, queridos lectores, el patriarcado es machista, violento y mortal. Reconocer y combatir desde todos los flancos estas estructuras disfrazadas de normalidad que tanto dolor generan, es deber moral de todas, ¡hagámoslo!
Porque no podemos dejarlo en manos de los políticos, desgraciadamente encontramos ejemplares, que un día fueron maestros, aplaudiendo tradiciones que transmiten valores de violencia y desprecio hacia seres vivos sintientes a los más pequeños, permitiendo que surjan y crezcan fenómenos anómalos como niños sanfermines en pueblos que nada tienen que ver con la perversa tradición navarra. Padres y madres disfrazando alegremente a sus hijos de rojo y blanco para que aprendan desde bien pequeños lo divertido que es pertenecer a una manada humana y maltratar animales. Ya sabemos que pasar del maltrato y humillación animal al maltrato humano no supone un gran esfuerzo.
¿Pero por qué se fomenta esto y no la lectura de libros o la música? Porque es más fácil manipular a una manada descerebrada que a seres pensantes. Démosle pan (estofado de buey) y circo (toros) al pueblo y esperemos que se olvide del juego sucio presente en las elecciones, que se olvide de las incumplidas promesas que le hicieron para mantener infraestructuras de ayuda a las personas mayores, que se olvide del bochorno mediático por una playa contaminada sin que se haya resuelto el problema, que se olvide de todo el dinero despilfarrado en 15 días de fiestas que podría emplearse en solucionar los problemas de la gente, lo que verdaderamente importa es que se olvide de todo. ¡Pues hagamos memoria!



















