Del Sábado, 22 de Noviembre de 2025 al Domingo, 23 de Noviembre de 2025
Cabanes
Los secretos de la construcción de la iglesia de Cabanes
Los especialistas responsables de la restauración del templo parroquial ofrecieron una charla con motivo de los 250 años de la construcción de la nave
Los arquitectos Federico Iburra y Mª Amparo Sebastiá ofrecieron una charla sobre la restauración de la iglesia parroquial en Cabanes, que a su vez fue escenario de la misma.
Los especialistas compartieron las experiencias a través del proceso de restauración de la sacristía, a lo largo de dos años de “intenso trabajo” para poner en valor los espacios y el Museo de la Mare de Deu.
La intervención tuvo un carácter conservativo, pero con la intención de conservar la esencia al tiempo que se conservaba el templo. Los trabajos permitieron descubrir espacios en la parte superior, como el espacio que ocupaba el antiguo archivo y el coro, así como la ubicación del antiguo órgano, todo ello con la participación de Mosen Albert.
Los problemas de humedades que padecía el templo, que sufría filtraciones por encontrarse dos metros por debajo del nivel de la plaza que se ubica en la parte posterior del templo, se acometieron retirando el enfoscado que revestía las paredes de la sacristía, lo que impedía que el muro respirase y causaba la acumulación de la humedad. Eso llevó al descubrimiento de la pintura original del Siglo XVIII, que originalmente tenía unos listados de color azul Montserrat y blanco, lo que la hacía muy luminosa. De hecho se encontraron hasta cuatro capas de pintura diferentes que se habían aplicado a lo largo de los años.
Estos trabajos también llevaron al descubrimiento de un hueco que fue utilizado durante la construcción para introducir los materiales, así como otro hueco que posteriormente se convirtió en un armario. También apareció una ventana tapiada junto a la hornacina, posiblemente anterior a la creación en este espacio de la Capilla de la Comunión.
En la restauración se tuvo especial cuidado en los detalles, como el de guardar la simetría en el pavimento, que se replicó exactamente tanto a derecha como a la izquierda. El párroco, Mosen Albert, también participó activamente en la interpretación de la vieja versión del templo, logrando encontrar una imagen coetánea de la Mare de Deu, de la que se hizo una réplica. El reto de la Capella de la Comunión para el equipo de técnicos era ampliarla visualmente mediante la luminosidad del color original.
La recuperación del color se realizó con extremo cuidado, retirando las capas de pintura con una esponja. Además, se quiso mantener y recuperar la antigua carpintería, del Siglo XVIII, para mantener la esencia de sus constructores. También se trasladó un baño existente tras el altar, considerando que no era un lugar adecuado para ello, trasladándolo a la sacristía, donde tiene mayor sentido contar con un servicio. También se sellaron las grietas primero para consolidar la actuación.
Pero el descubrimiento que más fascinó a los arquitectos fue los dibujos que se encontraron en un espacio ubicado en la parte superior, detrás del altar, donde el maestro de obra realizó una serie de dibujos y cálculos de la obra de la propia iglesia en las paredes, a modo de planos, donde se reproducían algunos espacios de la iglesia. Se encontró por ejemplo un círculo con dos líneas de 72 grados, lo que representa la quinta parte de la superficie del círculo, que trasladado después mediante diferentes circunferencias, forma un pentágono, como forma sencilla de calcular las proporciones. En estos cálculos se planificó la realización de las aberturas que permiten la entrada de la luz por la cúpula, que inicialmente se planificaron de medio punto, pero que finalmente se construyeron redondas, lo que posiblemente obedeció a un cambio en el maestro de obras.
Al finalizar la conferencia, el párroco anunció que en próximas fechas para realizar una visita guiada a la iglesia, para que los vecinos puedan conocer su templo y su aspecto renovado, señalando que se debe preservar “lo que hemos recibido y debemos cuidar y sentirnos orgullosos”.
Los arquitectos Federico Iburra y Mª Amparo Sebastiá ofrecieron una charla sobre la restauración de la iglesia parroquial en Cabanes, que a su vez fue escenario de la misma.
Los especialistas compartieron las experiencias a través del proceso de restauración de la sacristía, a lo largo de dos años de “intenso trabajo” para poner en valor los espacios y el Museo de la Mare de Deu.
La intervención tuvo un carácter conservativo, pero con la intención de conservar la esencia al tiempo que se conservaba el templo. Los trabajos permitieron descubrir espacios en la parte superior, como el espacio que ocupaba el antiguo archivo y el coro, así como la ubicación del antiguo órgano, todo ello con la participación de Mosen Albert.
Los problemas de humedades que padecía el templo, que sufría filtraciones por encontrarse dos metros por debajo del nivel de la plaza que se ubica en la parte posterior del templo, se acometieron retirando el enfoscado que revestía las paredes de la sacristía, lo que impedía que el muro respirase y causaba la acumulación de la humedad. Eso llevó al descubrimiento de la pintura original del Siglo XVIII, que originalmente tenía unos listados de color azul Montserrat y blanco, lo que la hacía muy luminosa. De hecho se encontraron hasta cuatro capas de pintura diferentes que se habían aplicado a lo largo de los años.
Estos trabajos también llevaron al descubrimiento de un hueco que fue utilizado durante la construcción para introducir los materiales, así como otro hueco que posteriormente se convirtió en un armario. También apareció una ventana tapiada junto a la hornacina, posiblemente anterior a la creación en este espacio de la Capilla de la Comunión.
En la restauración se tuvo especial cuidado en los detalles, como el de guardar la simetría en el pavimento, que se replicó exactamente tanto a derecha como a la izquierda. El párroco, Mosen Albert, también participó activamente en la interpretación de la vieja versión del templo, logrando encontrar una imagen coetánea de la Mare de Deu, de la que se hizo una réplica. El reto de la Capella de la Comunión para el equipo de técnicos era ampliarla visualmente mediante la luminosidad del color original.
La recuperación del color se realizó con extremo cuidado, retirando las capas de pintura con una esponja. Además, se quiso mantener y recuperar la antigua carpintería, del Siglo XVIII, para mantener la esencia de sus constructores. También se trasladó un baño existente tras el altar, considerando que no era un lugar adecuado para ello, trasladándolo a la sacristía, donde tiene mayor sentido contar con un servicio. También se sellaron las grietas primero para consolidar la actuación.
Pero el descubrimiento que más fascinó a los arquitectos fue los dibujos que se encontraron en un espacio ubicado en la parte superior, detrás del altar, donde el maestro de obra realizó una serie de dibujos y cálculos de la obra de la propia iglesia en las paredes, a modo de planos, donde se reproducían algunos espacios de la iglesia. Se encontró por ejemplo un círculo con dos líneas de 72 grados, lo que representa la quinta parte de la superficie del círculo, que trasladado después mediante diferentes circunferencias, forma un pentágono, como forma sencilla de calcular las proporciones. En estos cálculos se planificó la realización de las aberturas que permiten la entrada de la luz por la cúpula, que inicialmente se planificaron de medio punto, pero que finalmente se construyeron redondas, lo que posiblemente obedeció a un cambio en el maestro de obras.
Al finalizar la conferencia, el párroco anunció que en próximas fechas para realizar una visita guiada a la iglesia, para que los vecinos puedan conocer su templo y su aspecto renovado, señalando que se debe preservar “lo que hemos recibido y debemos cuidar y sentirnos orgullosos”.








