Literatura
“Monsacro” una novela de Iñigo Palacio Prada sobre el mito templario
La obra transcurre por escenarios de Alcalà de Xivert
![[Img #34538]](upload/img/periodico/img_34538.jpg)
Iñigo Palacio Prada es el autor de la novela “Monsacro”, cuya trama gira alrededor de este monte mágico “que veo desde la ventana de mi casa familiar en Morcín, Asturias”, según explica este ingeniero de profesión y escritor por vocación.
La primera parte transcurre en el siglo V, teniendo como protagonista a Santo Toribio, “de Astorga, no de Liébana”, apunta el autor. La segunda parte es la protagonizada por Raimón Artal, un templario que junto con otros hermanos se ve envuelto en una aventura llena de misterio que transcurre por Alcalá de Xivert, Miravet, Belver de Cinca (Monzón) y el Monsacro. La tercera parte sucede en la época actual, en la que un joven y su novia descubren un mapa antiguo y se embarcan en un viaje a través de la historia, teniendo al Monsacro como punto de destino final.
”Mezclo personas y hechos históricos con otros totalmente inventados, con el objetivo de crear, desde la humildad de un escritor aficionado (soy ingeniero y trabajo en una empresa de energía) un relato entretenido y a la vez didáctico que sirva como canto y homenaje al Monsacro y a otros sitios queridos, como es el caso del castillo de Alcalá de Xivert y Alcossebre”.
La novela está disponible para la venta en la Librería Clara, c/ Misionero Grau Albert 3-A. 12579 Alcossebre (964412124) o en la siguiente página web:
http://www.lulu.com/shop/i%C3%B1igo-palacio-prada/monsacro/paperback/product-210 71699.html
Fragmento de la obra
Xivert, vigésimo quinto día de las calendas de marzo del año del Señor MCCXLV.
Raimon llevaba despierto desde la llamada a la oración de Maitines, en la que hubo de rezar los consabidos 13 padrenuestros por la Santísima Virgen y otros trece por San Martín de Dumio, el apóstol que en el siglo VI convirtió a los suevos al catolicismo, y que era el santo del día. Tras los rezos había retornado a su alcoba y se había quedado desvelado, dando vueltas sobre el jergón, hasta que con la llamada a Laudes había vuelto a levantarse. Finalizada la misa, había seguido un buen rato dando vueltas por su alcoba hasta que, con las primeras luces del alba apareciendo por el este, y como hacía a menudo gracias a que su rango le eximía de realizar las labores habituales, había salido a cabalgar.
"Para el reencuentro con Dios". Eso significaba la inscripción árabe que tanto hacía pensar a Raimon, escrita sobre uno de los muros del pequeño castillo de Xivert, situado estratégicamente sobre un peñasco de la sierra de Irta, cuatro leguas al sur de Peniscola.
- Nos toca luchar contra ellos, pero más nos valdría tenerlos como amigos - musitó inconscientemente el templario.
Saliendo por la puerta de Albácar, Raimon zigzagueó ladera abajo entre los frondosos pinos hasta llegar a la pradera que, bajo el castillo y las torres de vigilancia que dominaban los puntos estratégicos de la sierra de Irta, se extendía hasta las playas de Al-Qusaiba.
A sus 35 años, Raimon Artal era un o de los protagonistas principales de gran parte de los acontecimientos más relevantes para el Reino de Aragón durante su expansión y reconquista de los territorios ocupados por los moros, y posiblemente uno de los caballeros templarios más poderosos e influyentes, debido sobre todo a su estrecha relación con el rey Don Jaime.
Su padre, Artal Jiménez, consejero personal de Pedro II, había muerto en 1213 junto a su rey en la batalla de Muret, y entonces su viuda, Elisenda de Monredó, decidió trasladarse con sus hijos a Monzón, buscando la protección de su hermano, Guillem de Monredó, maestre templario y educador personal del infante don Jaime I durante su estancia en el castillo de Monzón. De este modo Raimon Artal se crió en el castillo junto a Jaime, convirtiéndose en su principal amigo de la infancia, y manteniendo dicha amistad durante más de treinta años, cabalgando juntos tanto en las gloriosas batallas contra los infieles como en otras menos confesables.
Raimon ingresó en la Orden del Temple siendo casi un niño, y con sólo diecisiete años fue armado caballero. Fue la mano derecha de Blasco de Alagón durante la conquista de la ciudad de Morella en 1232, y también estuvo en primera línea con Iacobus, Dei gratia rex Aragorum, en la conquista de Peniscola y Oropesa al año siguiente, y en la de Valencia seis años después. Su físico era totalmente acorde con su personalidad y con su posición social: alto, moreno, de anchas espaldas, grandes ojos negros y unas manos poderosas que parecían capaces de abarcar el cuello de un buey.
Raimon se encontraba en Xivert tras haber sido nombrado árbitro junto con Berenguer de Trago y Guillermo Berdún para delimitar los términos de los castillos de Xivert, Miravet y Oropesa, y determinar si estos territorios pasaban a ser definitivamente controlados por el cabildo de Tortosa, dirigido por su obispo Poncio de Torrella , o por la Orden el Temple, de la que en aquel momento era Maestre en Aragón Guillem de Cardona.
Meditabundo, llevaba a su caballo a un paso cansino, con su vista fija en el impresionante perfil del castillo de Peniscola, "la casi-isla" que emergía del mar en el límite norte de la sierra de Irta, cuando de pronto dos caballeros surgieron de unos matorrales y se plantaron enfrente suyo, obligándole a frenar a su montura.
(...)
Jornadas Templarias en Alcalá de Xivert: http://xivert-templario.blogspot.com.es/2014/06/jornadas-templarias-en-xivert.html?m=1
![[Img #34538]](upload/img/periodico/img_34538.jpg)
Iñigo Palacio Prada es el autor de la novela “Monsacro”, cuya trama gira alrededor de este monte mágico “que veo desde la ventana de mi casa familiar en Morcín, Asturias”, según explica este ingeniero de profesión y escritor por vocación.
La primera parte transcurre en el siglo V, teniendo como protagonista a Santo Toribio, “de Astorga, no de Liébana”, apunta el autor. La segunda parte es la protagonizada por Raimón Artal, un templario que junto con otros hermanos se ve envuelto en una aventura llena de misterio que transcurre por Alcalá de Xivert, Miravet, Belver de Cinca (Monzón) y el Monsacro. La tercera parte sucede en la época actual, en la que un joven y su novia descubren un mapa antiguo y se embarcan en un viaje a través de la historia, teniendo al Monsacro como punto de destino final.
”Mezclo personas y hechos históricos con otros totalmente inventados, con el objetivo de crear, desde la humildad de un escritor aficionado (soy ingeniero y trabajo en una empresa de energía) un relato entretenido y a la vez didáctico que sirva como canto y homenaje al Monsacro y a otros sitios queridos, como es el caso del castillo de Alcalá de Xivert y Alcossebre”.
La novela está disponible para la venta en la Librería Clara, c/ Misionero Grau Albert 3-A. 12579 Alcossebre (964412124) o en la siguiente página web:
http://www.lulu.com/shop/i%C3%B1igo-palacio-prada/monsacro/paperback/product-210 71699.html
Fragmento de la obra
Xivert, vigésimo quinto día de las calendas de marzo del año del Señor MCCXLV.
Raimon llevaba despierto desde la llamada a la oración de Maitines, en la que hubo de rezar los consabidos 13 padrenuestros por la Santísima Virgen y otros trece por San Martín de Dumio, el apóstol que en el siglo VI convirtió a los suevos al catolicismo, y que era el santo del día. Tras los rezos había retornado a su alcoba y se había quedado desvelado, dando vueltas sobre el jergón, hasta que con la llamada a Laudes había vuelto a levantarse. Finalizada la misa, había seguido un buen rato dando vueltas por su alcoba hasta que, con las primeras luces del alba apareciendo por el este, y como hacía a menudo gracias a que su rango le eximía de realizar las labores habituales, había salido a cabalgar.
"Para el reencuentro con Dios". Eso significaba la inscripción árabe que tanto hacía pensar a Raimon, escrita sobre uno de los muros del pequeño castillo de Xivert, situado estratégicamente sobre un peñasco de la sierra de Irta, cuatro leguas al sur de Peniscola.
- Nos toca luchar contra ellos, pero más nos valdría tenerlos como amigos - musitó inconscientemente el templario.
Saliendo por la puerta de Albácar, Raimon zigzagueó ladera abajo entre los frondosos pinos hasta llegar a la pradera que, bajo el castillo y las torres de vigilancia que dominaban los puntos estratégicos de la sierra de Irta, se extendía hasta las playas de Al-Qusaiba.
A sus 35 años, Raimon Artal era un o de los protagonistas principales de gran parte de los acontecimientos más relevantes para el Reino de Aragón durante su expansión y reconquista de los territorios ocupados por los moros, y posiblemente uno de los caballeros templarios más poderosos e influyentes, debido sobre todo a su estrecha relación con el rey Don Jaime.
Su padre, Artal Jiménez, consejero personal de Pedro II, había muerto en 1213 junto a su rey en la batalla de Muret, y entonces su viuda, Elisenda de Monredó, decidió trasladarse con sus hijos a Monzón, buscando la protección de su hermano, Guillem de Monredó, maestre templario y educador personal del infante don Jaime I durante su estancia en el castillo de Monzón. De este modo Raimon Artal se crió en el castillo junto a Jaime, convirtiéndose en su principal amigo de la infancia, y manteniendo dicha amistad durante más de treinta años, cabalgando juntos tanto en las gloriosas batallas contra los infieles como en otras menos confesables.
Raimon ingresó en la Orden del Temple siendo casi un niño, y con sólo diecisiete años fue armado caballero. Fue la mano derecha de Blasco de Alagón durante la conquista de la ciudad de Morella en 1232, y también estuvo en primera línea con Iacobus, Dei gratia rex Aragorum, en la conquista de Peniscola y Oropesa al año siguiente, y en la de Valencia seis años después. Su físico era totalmente acorde con su personalidad y con su posición social: alto, moreno, de anchas espaldas, grandes ojos negros y unas manos poderosas que parecían capaces de abarcar el cuello de un buey.
Raimon se encontraba en Xivert tras haber sido nombrado árbitro junto con Berenguer de Trago y Guillermo Berdún para delimitar los términos de los castillos de Xivert, Miravet y Oropesa, y determinar si estos territorios pasaban a ser definitivamente controlados por el cabildo de Tortosa, dirigido por su obispo Poncio de Torrella , o por la Orden el Temple, de la que en aquel momento era Maestre en Aragón Guillem de Cardona.
Meditabundo, llevaba a su caballo a un paso cansino, con su vista fija en el impresionante perfil del castillo de Peniscola, "la casi-isla" que emergía del mar en el límite norte de la sierra de Irta, cuando de pronto dos caballeros surgieron de unos matorrales y se plantaron enfrente suyo, obligándole a frenar a su montura.
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Jornadas Templarias en Alcalá de Xivert: http://xivert-templario.blogspot.com.es/2014/06/jornadas-templarias-en-xivert.html?m=1














