Alcalà de Xivert-Alcossebre
Crónica del match de ajedrez: ONCE-CEAX
En el incomparable marco que propicia el Hotel Servigroup Romana, en Alcossebre, junto al mar Mediterráneo, se disputó el viernes 5/6/2015 el match entre el Club de Ajedrez ONCE Asturias y el Club de Escacs Alcalá de Xivert, invitados ambos clubes por el director del hotel.
Se trataba de dos partidas amistosas. La idea, y con la intención de estrechar lazos de amistad, surgió de Ricardo Rahona, quien hizo de nexo de unión y de maestro de ceremonias.
Los contendientes fueron, Ángel Huerga y Ulpiano Hernández por el equipo de la ONCE y Juanito Sopega y Jose Barreda (quien escribe), por parte del Club gaspatxer.
Ángel plantó cara (no en vano fue un 2000 Elo) a un Juanito, quien con su habitual saber hacer, planteó una apertura moderna e hizo pensar mucho a Ángel.
Ulpiano, mi rival, y yo jugábamos con un tablero adaptado, con relieves y agujeros en los cuadros, clavos en todas las piezas negras, (y un saliente para colocar la pieza en el agujero del cuadro escogido), para que así permaneciesen clavadas y Ulpiano las pudiera reconocer y manejar. Ulpiano con sus manos palpaba todos los cuadros y las piezas repetidas veces, para memorizar tras cada jugada la posición, y tras pensar, realizar su mejor movimiento. En mi turno yo le cantaba según la nomenclatura moderna, la pieza y las coordenadas donde movía, pues según me contó Ulpiano sólo atinaba bultos. Y es que su ceguera era genética, y severa según me contó. Lo que enseguida me di cuenta es de la exquisita educación de ambos rivales.
Según nos contaron los astures, es más fácil jugar bien para un ciego de nacimiento que a otro que adquiere la ceguera a cierta edad. Esto se debe a que el primero se imagina en su cabeza el tablero y de pequeño memoriza los escaques negros y blancos en su sitio. Mientras que al segundo le es más difícil el aprendizaje, al no haber necesitado esforzarse para memorizar el tablero y tenerlo que hacer ubicando cada escaque en su lugar.
El ajedrez además de cultivar la paciencia y la amistad, entre muchas otras cosas, puede hacer la vida más entretenida y llevadera, pues como la literatura o la música, pueden acompañarte durante toda la vida por muy duras que sean las condiciones.
Se habló al final, cuando comentábamos las jugadas, de jugarnos una paella en un próximo match el año que viene, por equipos de 6 jugadores por bando. El que pierde paga.
El resultado...lo de menos.
En el incomparable marco que propicia el Hotel Servigroup Romana, en Alcossebre, junto al mar Mediterráneo, se disputó el viernes 5/6/2015 el match entre el Club de Ajedrez ONCE Asturias y el Club de Escacs Alcalá de Xivert, invitados ambos clubes por el director del hotel.
Se trataba de dos partidas amistosas. La idea, y con la intención de estrechar lazos de amistad, surgió de Ricardo Rahona, quien hizo de nexo de unión y de maestro de ceremonias.
Los contendientes fueron, Ángel Huerga y Ulpiano Hernández por el equipo de la ONCE y Juanito Sopega y Jose Barreda (quien escribe), por parte del Club gaspatxer.
Ángel plantó cara (no en vano fue un 2000 Elo) a un Juanito, quien con su habitual saber hacer, planteó una apertura moderna e hizo pensar mucho a Ángel.
Ulpiano, mi rival, y yo jugábamos con un tablero adaptado, con relieves y agujeros en los cuadros, clavos en todas las piezas negras, (y un saliente para colocar la pieza en el agujero del cuadro escogido), para que así permaneciesen clavadas y Ulpiano las pudiera reconocer y manejar. Ulpiano con sus manos palpaba todos los cuadros y las piezas repetidas veces, para memorizar tras cada jugada la posición, y tras pensar, realizar su mejor movimiento. En mi turno yo le cantaba según la nomenclatura moderna, la pieza y las coordenadas donde movía, pues según me contó Ulpiano sólo atinaba bultos. Y es que su ceguera era genética, y severa según me contó. Lo que enseguida me di cuenta es de la exquisita educación de ambos rivales.
Según nos contaron los astures, es más fácil jugar bien para un ciego de nacimiento que a otro que adquiere la ceguera a cierta edad. Esto se debe a que el primero se imagina en su cabeza el tablero y de pequeño memoriza los escaques negros y blancos en su sitio. Mientras que al segundo le es más difícil el aprendizaje, al no haber necesitado esforzarse para memorizar el tablero y tenerlo que hacer ubicando cada escaque en su lugar.
El ajedrez además de cultivar la paciencia y la amistad, entre muchas otras cosas, puede hacer la vida más entretenida y llevadera, pues como la literatura o la música, pueden acompañarte durante toda la vida por muy duras que sean las condiciones.
Se habló al final, cuando comentábamos las jugadas, de jugarnos una paella en un próximo match el año que viene, por equipos de 6 jugadores por bando. El que pierde paga.
El resultado...lo de menos.














