Teatro
El infierno simbólico del luto de Bernarda Alba
David Alcalá Castro dirige la obra de Federico García Lorca “La casa de Bernarda Alba”
![[Img #71222]](http://el7set.es/upload/images/03_2019/2052__sam4264.jpg)
La Temporada de Teatro de la Facultad de Artes brindaba en su programación una deliciosa joya teatral con la presentación en su Teatro de Cámara un clásico inmortal dentro de la obra de Federico García Lorca, “La casa de Bernarda Alba”, dirigida por David Alcalá Castro.
El montaje, sostenido con una majestuosa sobriedad por actrices de la talla de Laura Lee dando vida a Bernarda o Carmen de la Mora en el papel Poncia, acompañadas por valores emergentes como Inet Simental (Martirio), Rocío García (Magdalena), Paulina Grajeda (Angustias), Laura Perales (abuela/Prudencia), Paola Loya (criada) o Jazzmin Medina (Amelia), mediante la devoción al texto original y la creación de un ambiente opresivo y lapidario, nos traslada a la España negra, de luto, mantilla y rosario, murmullos tras las cortinas y deseos lúbricos ahogados en oraciones y soledades.
Una idea original de Mario Humberto Chávez, fallecido en 2012, que trasmite la esencia primigenia de la obra de Lorca que nos sumerge paulatinamente en la oscuridad de la prisión interior que la matriarca, que engulle al resto de mujeres de la familia en un escenario que nos traslada a la España rural decimonónica, fanática, oscura y retrógrada, que finalmente las consume.
La carga estética, con el simbolismo profundo del luto que termina por cubrirlo todo y a todas, como un manto de negrura que traspasa el alma, la puesta en escena mantiene esa fidelidad a la idea de García Lorca, invadido ya por el presagio de la muerte que habría de alcanzarle poco tiempo después de terminar esta obra.
El vestuario, obra de Denisse Núñez y Gisela García, y la iluminación de Daniel Gómez, junto a los elementos escenográficos de Antonio Resendez completan un cuadro escénico que conecta mediante la palabra y el gesto, pero también a través de las imágenes que se crean de cada uno de los actos que se representan en el escenario, dejando una impresión general de profesionalidad y seriedad a la hora de encarar un proyecto.
El equipo que hizo posible la puesta en escena lo completaban Fernanda Alatorre y Marisol Vázquez (Tramoya), Billy David Morales (Doble) y la producción de David Alcalá Castro.
![[Img #71223]](http://el7set.es/upload/images/03_2019/9022__sam4270.jpg)
La Temporada de Teatro de la Facultad de Artes brindaba en su programación una deliciosa joya teatral con la presentación en su Teatro de Cámara un clásico inmortal dentro de la obra de Federico García Lorca, “La casa de Bernarda Alba”, dirigida por David Alcalá Castro.
El montaje, sostenido con una majestuosa sobriedad por actrices de la talla de Laura Lee dando vida a Bernarda o Carmen de la Mora en el papel Poncia, acompañadas por valores emergentes como Inet Simental (Martirio), Rocío García (Magdalena), Paulina Grajeda (Angustias), Laura Perales (abuela/Prudencia), Paola Loya (criada) o Jazzmin Medina (Amelia), mediante la devoción al texto original y la creación de un ambiente opresivo y lapidario, nos traslada a la España negra, de luto, mantilla y rosario, murmullos tras las cortinas y deseos lúbricos ahogados en oraciones y soledades.
Una idea original de Mario Humberto Chávez, fallecido en 2012, que trasmite la esencia primigenia de la obra de Lorca que nos sumerge paulatinamente en la oscuridad de la prisión interior que la matriarca, que engulle al resto de mujeres de la familia en un escenario que nos traslada a la España rural decimonónica, fanática, oscura y retrógrada, que finalmente las consume.
La carga estética, con el simbolismo profundo del luto que termina por cubrirlo todo y a todas, como un manto de negrura que traspasa el alma, la puesta en escena mantiene esa fidelidad a la idea de García Lorca, invadido ya por el presagio de la muerte que habría de alcanzarle poco tiempo después de terminar esta obra.
El vestuario, obra de Denisse Núñez y Gisela García, y la iluminación de Daniel Gómez, junto a los elementos escenográficos de Antonio Resendez completan un cuadro escénico que conecta mediante la palabra y el gesto, pero también a través de las imágenes que se crean de cada uno de los actos que se representan en el escenario, dejando una impresión general de profesionalidad y seriedad a la hora de encarar un proyecto.
El equipo que hizo posible la puesta en escena lo completaban Fernanda Alatorre y Marisol Vázquez (Tramoya), Billy David Morales (Doble) y la producción de David Alcalá Castro.