Teatro para bebes
Aprender a abrazar el teatro desde la primera infancia
Proyecto NIA trabaja en montajes teatrales especialmente pensados para bebés
![[Img #71401]](http://el7set.es/upload/images/03_2019/6524__sam4421.jpg)
De una inquietud por extender el teatro infantil a edades más tempranas surgida de la experiencia propia nació Proyecto NIA y una caricia del alma que titulan “Apapacho”, que es además un largo y complejo proceso de investigación, documentación y creación escénica que se remonta a dos años y medio atrás en el tiempo.
El concepto del teatro para la primera infancia no desdeña la narración, pero no se ciñe a una historia fija, comunica acciones y emociones, pero no con palabras y textos prefijados, no cuenta con una historia lineal, pero conduce al espectador a una catarsis a través de la interacción y el descubrimiento.
Los bebés afrontan precisamente el descubrimiento del mundo que les rodea antes de poder concebir que existan cosas más allá de su entorno cercano y se relacionan con esos descubrimientos a través del maravilloso poder de fascinación y curiosidad por aquello que le resulta desconocido, atractivo, que se mueve o que le provoca alguna sensación física, como el tacto de un tejido o de su muñeco preferido.
Con esa idea, el teatro para bebés representa una enseñanza de vida que después trascenderá a la persona adulta, de modo que a través del acercamiento a las artes escénicas y sus diferentes manifestaciones, se crean nuevos públicos para que a medida que crecen se puedan incorporar a otras variedades teatrales, desde el infantil hasta las más clásicas o vanguardistas para públicos adultos.
El teatro para la primera infancia cuenta en Europa con una larga tradición y en Latinoamérica también existen varios países con trayectorias importantes en la investigación de esta faceta teatral. Para encontrar referentes en México debemos dirigir la mirada a Guadalajara, Tijuana, Ciudad de México, islas que se antojan lejanas en el océano de territorios que es el país, pero que son los faros –siguiendo con el símil marítimo- que han guiado este proyecto hasta buen puerto. Por lo que respecta a Chihuahua, el teatro para la primera infancia está como su público potencial, en pañales.
Por eso, con todo por hacer, ante este maravilloso descubrimiento, contagiados por esa fascinación por lo desconocido y lo que hay más allá de nuestro entorno, este grupo de teatreros comenzaron un intenso trabajo para dar forma al proyecto, no solo con la intención de presentar un montaje para bebés, también para que los actores descubrieran ese público, sus lenguajes y la técnica necesaria para la conexión que le permitirá trasmitir la obra.
La directora, Nataly Proo, explica cómo comenzaron este espectáculo llamado “Apapacho”, realizando varios talleres, sesiones de laboratorio escénico, todo lo necesario para sacar el niño que llevamos dentro, para llevarlo a la escena. De ese modo, la obra se nutre de los recuerdos de la infancia rescatados durante la investigación, olores, texturas, colores, sensaciones, sonidos y músicas, cualquier elemento que logre detonar ese viaje atrás en la memoria, rescatando esa primera infancia que se encuentra archivada bajo capas y capas de tiempo y memoria.
No obstante, la investigación no solamente se realizó interiormente, también se exploró la interacción con bebés para determinar que cosas, movimientos, sonidos, llamaban su atención, que era aquello que podía captar su interés para ser utilizado como recurso a la hora de montar la obra.
El proceso no finalizó con dos exitosas temporadas de la obra, que se presentó en Teatro Bárbaro Foro Cultural Independiente, el montaje evolucionaba en contacto con el público, que lo nutría de nuevas informaciones que se incorporaban al discurso gestual y sensorial de esta obra viva, en constante evolución. La iniciativa tambien llamó la atención de la organización de la Muestra Estatal de Teatro de Chihuahua, que los invitó a participar en la pasada edición, lo que también abrió el debate sobre si se trata o no de teatro.
La respuesta a esa cuestión es simple, si, si es teatro. Como explican sus responsables, todo el proceso de investigación está perfectamente documentado, listo para convertirse en una tesis de titulación. Tal como señala Nataly Proo, el montaje cuenta con todos los puntos necesarios para defenderse y decir que es teatro, “no hay linealidad en una historia, en una fabulación, pero si hay elementos de la tragedia de Aristóteles que nos van dando la pauta para ir reconociendo que el espectador llega a una catarsis en cierto memento”.
La otra lucha que enfrenta el teatro para la primera infancia, además del reconocimiento del propio teatro, son las reticencias de las mamás a la hora de llevar a sus bebés a las funciones, contraviniendo el instinto de que se les rechace en los espectáculos o actos culturales. La invitación es para que padres e hijos disfruten, para ello cuentan con toda la libertad de descalzarse, ponerse cómodos, alimentarse o incluso de dormir cuando lo crean conveniente. Junto a los actores, los bebés son los protagonistas verdaderos del espectáculo, porque, sin saberlo, son parte del elenco, de la dirección, e incluso improvisados dramaturgos, capaces de cambiar el rumbo de la función por medio de sus interacciones.
Después de “Apapacho”, Proyecto NIA trabaja ahora en una nueva obra de teatro para la primera infancia que esperan estrenar este año. El montaje girará en torno a las raíces rarámuris del estado de Chihuahua y pretenden mostrar algunos juegos que se desarrollan en estas comunidades para visibilizarlos por medio del teatro. Actualmente se encuentran en la fase de búsqueda de información, documentándose mediante libros y publicaciones y a través de personas pertenecientes a esta etnia que tienen la voluntad de lograr que su lengua autóctona perviva y trascienda al resto de la sociedad chihuahuense.
![[Img #71400]](http://el7set.es/upload/images/03_2019/5612__sam4432.jpg)
De una inquietud por extender el teatro infantil a edades más tempranas surgida de la experiencia propia nació Proyecto NIA y una caricia del alma que titulan “Apapacho”, que es además un largo y complejo proceso de investigación, documentación y creación escénica que se remonta a dos años y medio atrás en el tiempo.
El concepto del teatro para la primera infancia no desdeña la narración, pero no se ciñe a una historia fija, comunica acciones y emociones, pero no con palabras y textos prefijados, no cuenta con una historia lineal, pero conduce al espectador a una catarsis a través de la interacción y el descubrimiento.
Los bebés afrontan precisamente el descubrimiento del mundo que les rodea antes de poder concebir que existan cosas más allá de su entorno cercano y se relacionan con esos descubrimientos a través del maravilloso poder de fascinación y curiosidad por aquello que le resulta desconocido, atractivo, que se mueve o que le provoca alguna sensación física, como el tacto de un tejido o de su muñeco preferido.
Con esa idea, el teatro para bebés representa una enseñanza de vida que después trascenderá a la persona adulta, de modo que a través del acercamiento a las artes escénicas y sus diferentes manifestaciones, se crean nuevos públicos para que a medida que crecen se puedan incorporar a otras variedades teatrales, desde el infantil hasta las más clásicas o vanguardistas para públicos adultos.
El teatro para la primera infancia cuenta en Europa con una larga tradición y en Latinoamérica también existen varios países con trayectorias importantes en la investigación de esta faceta teatral. Para encontrar referentes en México debemos dirigir la mirada a Guadalajara, Tijuana, Ciudad de México, islas que se antojan lejanas en el océano de territorios que es el país, pero que son los faros –siguiendo con el símil marítimo- que han guiado este proyecto hasta buen puerto. Por lo que respecta a Chihuahua, el teatro para la primera infancia está como su público potencial, en pañales.
Por eso, con todo por hacer, ante este maravilloso descubrimiento, contagiados por esa fascinación por lo desconocido y lo que hay más allá de nuestro entorno, este grupo de teatreros comenzaron un intenso trabajo para dar forma al proyecto, no solo con la intención de presentar un montaje para bebés, también para que los actores descubrieran ese público, sus lenguajes y la técnica necesaria para la conexión que le permitirá trasmitir la obra.
La directora, Nataly Proo, explica cómo comenzaron este espectáculo llamado “Apapacho”, realizando varios talleres, sesiones de laboratorio escénico, todo lo necesario para sacar el niño que llevamos dentro, para llevarlo a la escena. De ese modo, la obra se nutre de los recuerdos de la infancia rescatados durante la investigación, olores, texturas, colores, sensaciones, sonidos y músicas, cualquier elemento que logre detonar ese viaje atrás en la memoria, rescatando esa primera infancia que se encuentra archivada bajo capas y capas de tiempo y memoria.
No obstante, la investigación no solamente se realizó interiormente, también se exploró la interacción con bebés para determinar que cosas, movimientos, sonidos, llamaban su atención, que era aquello que podía captar su interés para ser utilizado como recurso a la hora de montar la obra.
El proceso no finalizó con dos exitosas temporadas de la obra, que se presentó en Teatro Bárbaro Foro Cultural Independiente, el montaje evolucionaba en contacto con el público, que lo nutría de nuevas informaciones que se incorporaban al discurso gestual y sensorial de esta obra viva, en constante evolución. La iniciativa tambien llamó la atención de la organización de la Muestra Estatal de Teatro de Chihuahua, que los invitó a participar en la pasada edición, lo que también abrió el debate sobre si se trata o no de teatro.
La respuesta a esa cuestión es simple, si, si es teatro. Como explican sus responsables, todo el proceso de investigación está perfectamente documentado, listo para convertirse en una tesis de titulación. Tal como señala Nataly Proo, el montaje cuenta con todos los puntos necesarios para defenderse y decir que es teatro, “no hay linealidad en una historia, en una fabulación, pero si hay elementos de la tragedia de Aristóteles que nos van dando la pauta para ir reconociendo que el espectador llega a una catarsis en cierto memento”.
La otra lucha que enfrenta el teatro para la primera infancia, además del reconocimiento del propio teatro, son las reticencias de las mamás a la hora de llevar a sus bebés a las funciones, contraviniendo el instinto de que se les rechace en los espectáculos o actos culturales. La invitación es para que padres e hijos disfruten, para ello cuentan con toda la libertad de descalzarse, ponerse cómodos, alimentarse o incluso de dormir cuando lo crean conveniente. Junto a los actores, los bebés son los protagonistas verdaderos del espectáculo, porque, sin saberlo, son parte del elenco, de la dirección, e incluso improvisados dramaturgos, capaces de cambiar el rumbo de la función por medio de sus interacciones.
Después de “Apapacho”, Proyecto NIA trabaja ahora en una nueva obra de teatro para la primera infancia que esperan estrenar este año. El montaje girará en torno a las raíces rarámuris del estado de Chihuahua y pretenden mostrar algunos juegos que se desarrollan en estas comunidades para visibilizarlos por medio del teatro. Actualmente se encuentran en la fase de búsqueda de información, documentándose mediante libros y publicaciones y a través de personas pertenecientes a esta etnia que tienen la voluntad de lograr que su lengua autóctona perviva y trascienda al resto de la sociedad chihuahuense.