Cocinar en familia
La importancia de preparar la comida en familia en una cómoda cocina
En una sociedad en la que las nuevas tecnologías de la información y las redes sociales tienen a aislar a nuestros hijos de su entorno familiar, la oportunidad de realizar tareas cotidianas como cocinar nuestra comida resulta de gran importancia para establecer lazos de confianza y comunicación intrafamiliar.
Creamos en nuestras casas espacios únicos, con cocinas de última generación equipadas con una selección de muebles para cocina de gran calidad, pero esa zona de nuestro hogar no tiene que estar destinado únicamente a los adultos, ni a realizar en ella tareas que se repiten mecánicamente sin que prestemos atención a ellas.
Pero tener una cocina de ensueño también nos puede ser de enorme utilidad para tender puentes de comunicación con nuestros hijos si nos proponemos cocinar en familia y disfrutar de nuestras comidas y cenas desde antes de sentarnos a la mesa.
A los beneficios de la comunicación entre padres e hijos en un entorno distendido, con la perfecta excusa de cocinar juntos, nos permitirá comunicarnos a un nivel más íntimo sin que nuestros hijos se sientan investigados o presionados. Comentar las incidencias del día o de la semana mientras preparamos un delicioso plato permitirá establecer lazos de confianza que nos darán herramientas para atender futuros problemas o necesidades afectivas de nuestros hijos.
Además de los beneficios evidentes de unión familiar y comunicación, la actividad en si misma de la cocina nos servirá para que los más pequeños exploren un mundo que cada vez, con el distanciamiento que se da en la población de las grandes zonas urbanas del campo y de actividades productivas como la agricultura, la pesca o la ganadería, nuestros hijos podrán aprender de donde vienen los alimentos que consumimos, como se elaboran y cuál es el proceso de crecimiento de las frutas y verduras.
La actividad manual de manipular los alimentos, emplear los útiles de cocina o programar el horno, también aportan importantes contribuciones al desarrollo y perfeccionamiento de las habilidades motoras finas, la coordinación mano-ojo, la confianza y la autoestima, herramientas que le serán útiles después en otras parcelas de sus vidas.
Pero la cocina también es lenguaje, donde podemos aprender nuevas palabras, nombres de alimentos o su historia y origen, lo que contribuirá positivamente en un enriquecimiento cultural de nuestros hijos, e incluso de nosotros mismos.
Preparar un alimento es, en definitiva, un proceso científico que implica a la física, las matemáticas o la química, por lo que resulta una divertida manera de que nuestros hijos descubran el funcionamiento de los procesos mediante una actividad práctica, que nos demuestra la relación causa-efecto de todo aquello que hacemos.
Para que los pequeños de la casa aprendan a asumir responsabilidades en el cuidado y limpieza del hogar, la cocina en familia es una perfecta excusa para repartirse tareas, trabajar en equipo, aprender a limpiar y recoger lo que usamos, unas sanas costumbres que aportarán armonía al hogar y unirán más a todos los miembros involucrados.
Finalmente, no hay que dejar de lado la importancia que la implicación en la elaboración de los alimentos que consumimos puede tener a la hora de concienciar a nuestros hijos para que tengan una alimentación sana y equilibrada, enseñándoles las cualidades de los alimentos y las necesidades de nuestro organismo que se cubren mediante su consumo.
En una sociedad en la que las nuevas tecnologías de la información y las redes sociales tienen a aislar a nuestros hijos de su entorno familiar, la oportunidad de realizar tareas cotidianas como cocinar nuestra comida resulta de gran importancia para establecer lazos de confianza y comunicación intrafamiliar.
Creamos en nuestras casas espacios únicos, con cocinas de última generación equipadas con una selección de muebles para cocina de gran calidad, pero esa zona de nuestro hogar no tiene que estar destinado únicamente a los adultos, ni a realizar en ella tareas que se repiten mecánicamente sin que prestemos atención a ellas.
Pero tener una cocina de ensueño también nos puede ser de enorme utilidad para tender puentes de comunicación con nuestros hijos si nos proponemos cocinar en familia y disfrutar de nuestras comidas y cenas desde antes de sentarnos a la mesa.
A los beneficios de la comunicación entre padres e hijos en un entorno distendido, con la perfecta excusa de cocinar juntos, nos permitirá comunicarnos a un nivel más íntimo sin que nuestros hijos se sientan investigados o presionados. Comentar las incidencias del día o de la semana mientras preparamos un delicioso plato permitirá establecer lazos de confianza que nos darán herramientas para atender futuros problemas o necesidades afectivas de nuestros hijos.
Además de los beneficios evidentes de unión familiar y comunicación, la actividad en si misma de la cocina nos servirá para que los más pequeños exploren un mundo que cada vez, con el distanciamiento que se da en la población de las grandes zonas urbanas del campo y de actividades productivas como la agricultura, la pesca o la ganadería, nuestros hijos podrán aprender de donde vienen los alimentos que consumimos, como se elaboran y cuál es el proceso de crecimiento de las frutas y verduras.
La actividad manual de manipular los alimentos, emplear los útiles de cocina o programar el horno, también aportan importantes contribuciones al desarrollo y perfeccionamiento de las habilidades motoras finas, la coordinación mano-ojo, la confianza y la autoestima, herramientas que le serán útiles después en otras parcelas de sus vidas.
Pero la cocina también es lenguaje, donde podemos aprender nuevas palabras, nombres de alimentos o su historia y origen, lo que contribuirá positivamente en un enriquecimiento cultural de nuestros hijos, e incluso de nosotros mismos.
Preparar un alimento es, en definitiva, un proceso científico que implica a la física, las matemáticas o la química, por lo que resulta una divertida manera de que nuestros hijos descubran el funcionamiento de los procesos mediante una actividad práctica, que nos demuestra la relación causa-efecto de todo aquello que hacemos.
Para que los pequeños de la casa aprendan a asumir responsabilidades en el cuidado y limpieza del hogar, la cocina en familia es una perfecta excusa para repartirse tareas, trabajar en equipo, aprender a limpiar y recoger lo que usamos, unas sanas costumbres que aportarán armonía al hogar y unirán más a todos los miembros involucrados.
Finalmente, no hay que dejar de lado la importancia que la implicación en la elaboración de los alimentos que consumimos puede tener a la hora de concienciar a nuestros hijos para que tengan una alimentación sana y equilibrada, enseñándoles las cualidades de los alimentos y las necesidades de nuestro organismo que se cubren mediante su consumo.













