El fraude de la llamada perdida ya afecta a miles de usuarios durante la pandemia
Las llamadas de un solo tono se producen desde países con prefijo 234, 235 o 233 Bosnia, Albania, Costa de Marfil, Mali. El Observatorio Español del Delito alerta sobre la estafa conocida como Wangiri (que en japonés significa un toque y corte).
La moderna tecnología y el bajo coste de las llamadas ha dado lugar al fraude de la llamada perdida, una mala práctica que sufren a diario miles de españoles. Roban poco pero a más gente. Se trata de llamadas de un solo tono, tienen prefijos internacionales y se producen a cualquier hora del día o la madrugada. El usuario devuelve la llamada sin saber que está activando un servicio de tarificación especial. Se le cobra hasta 4 euros por establecimiento de llamada y precios que rondan los 1,20 a 2 euros por minuto por escuchar locuciones automáticas que intentar retener a la víctima.
Los estafadores se valen de un software capaz de realizar hasta 25.000 llamadas perdidas cada hora. Juegan con las leyes de la probabilidad y los grandes números. En Internet ya es posible comprar paquetes de numeraciones y software de llamadas masivas. Su persecución jurídica y policial es compleja debido a la transaccionalidad y la baja cuantía de los fraudes.
Otras modalidades de esta estafa incluyen teléfonos con prefijo 91 o 93 realizadas con tecnología IP desde el extranjero en las que se intenta convencer al usuario para que envíe un SMS y obtenga un supuesto código para recoger un paquete de Correos. La red se ha convertido en un punto de encuentro para centenares de víctimas quienes publican listas colaborativas con las numeraciones más sospechosas. Estos fraudes afectan a zonas, tramos y horarios concretos ya que los robots efectúan miles de llamadas perdidas a partir de un número de corte que afecta a toda una cadena, zona o provincia. El Observatorio Español del Delito es claro al respecto: es importante bloquear las llamadas internacionales, revisar la factura telefónica en busca de cargos indebidos y desconfiar de llamadas de un solo tono.
La moderna tecnología y el bajo coste de las llamadas ha dado lugar al fraude de la llamada perdida, una mala práctica que sufren a diario miles de españoles. Roban poco pero a más gente. Se trata de llamadas de un solo tono, tienen prefijos internacionales y se producen a cualquier hora del día o la madrugada. El usuario devuelve la llamada sin saber que está activando un servicio de tarificación especial. Se le cobra hasta 4 euros por establecimiento de llamada y precios que rondan los 1,20 a 2 euros por minuto por escuchar locuciones automáticas que intentar retener a la víctima.
Los estafadores se valen de un software capaz de realizar hasta 25.000 llamadas perdidas cada hora. Juegan con las leyes de la probabilidad y los grandes números. En Internet ya es posible comprar paquetes de numeraciones y software de llamadas masivas. Su persecución jurídica y policial es compleja debido a la transaccionalidad y la baja cuantía de los fraudes.
Otras modalidades de esta estafa incluyen teléfonos con prefijo 91 o 93 realizadas con tecnología IP desde el extranjero en las que se intenta convencer al usuario para que envíe un SMS y obtenga un supuesto código para recoger un paquete de Correos. La red se ha convertido en un punto de encuentro para centenares de víctimas quienes publican listas colaborativas con las numeraciones más sospechosas. Estos fraudes afectan a zonas, tramos y horarios concretos ya que los robots efectúan miles de llamadas perdidas a partir de un número de corte que afecta a toda una cadena, zona o provincia. El Observatorio Español del Delito es claro al respecto: es importante bloquear las llamadas internacionales, revisar la factura telefónica en busca de cargos indebidos y desconfiar de llamadas de un solo tono.