Sábado, 27 de Septiembre de 2025

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Tomas Torres
Lunes, 27 de Septiembre de 2021

Erizos con botas de agua

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Hasta ahora solo podíamos poner una placa diciendo “hasta aquí llegó el agua en la riada del año tal” para dejar constancia de lo mal que lo podemos pasar cuando caen cuatro gotas por estos rumbos, pero ahora el gobierno de la Generalitat Valenciana ha tenido a bien brindarnos un visor para consultar, en el móvil o en la pantalla del ordenador, hasta donde nos va a llegar el agua si seguimos alimentando el calentamiento global con nuestras actitudes irresponsables.

La Conselleria de Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana les ha metido el miedo en el cuerpo a los ayuntamientos costeros con esta nueva herramienta, en plan de las películas estas de desastres naturales de Hollywood, y con solo hacer clic podemos ver si la caseta de la Carrasa del Tato se convertirá pronto en primera línea de playa. Se ve que se los agarró así en plan sicario y les dijo “a ver bonicos, el pedo está tal que así, id comprando una chalupa” y salieron de allí temblando.

Me interesé por el tema cuando lo vi en las redes sociales del Ayuntamiento de Torreblanca y no pude menos que pensar en las fatales consecuencias de que nos llegue el agua hasta las gónadas. Ya por poco nos deslindan una vez alegando que el agua salada entraba en el Parque Natural del Prat, ergo que eso era mar de toda la vida, así que ¿Dónde pondrán la línea si los mejillones llegan hasta la vía del tren?

Y por otra parte, esperemos que pronto el watergolf sea deporte olímpico, porque si no lo de jugar al golf con katiuskas en nuestro flamante campo no sé si va a quedar muy elegante. Imagínate, con esos polos impecables, los pantalones con la raya y la visera, como si no tuvieran dinero para comprar una gorra entera, igual el outfit no les acaba de pegar con las botas altas de agua, como si buscaran caracoles por las cunetas, pero todo se andará, en el visor no he podido sacar nada en claro sobre el tema en cuestión.

No seré yo, un pobre erizo con mucho más que perder que el resto de especies del planeta, quien ponga en cuestión el calentamiento global. Que se calienta, se calienta, eso ni que decir, porque a mi cada verano me sobra más el abrigo de púas.

Pero, siempre hay un pero, una vez debidamente acollonados, ¿entonces qué?

Porque, en definitiva, a pesar de que tota pedra fa paret, mientras China, Estados Unidos y la India sigan echando p’arriba lo que les salga de las narices, o de las chimeneas, poco podemos hacer los erizos de a pie, salvo comprarnos un coche eléctrico y cuatro botes para la basura. De modo que lo del visor es más bien un “dense ustedes por inundados” en lugar de ser un “hagamos esto y nos libramos”.

Esto es cuestión de organizarse. Yo creo que a nosotros nos pilla en mal momento todo esto, no nos viene bien hacer ahora lo del cambio climático, sobre todo porque lo de los cambios siempre es un lío. Habría que hablarlo con quien sea, para que se organice la cosa mejor y podamos empezar a ser buenos, responsables y ecoamigables cuando ya nos hayamos hormigonado nuestra parcela, o por lo menos hayamos desecado un humedal o dos, que después todo son pegas para poner una urbanización como Dios manda.

Sin embargo, mucho me temo que esto más bien es lo que se llama un aviso a navegantes. Porque de navegar nos vamos a hinchar, para ir a por el pan, a trabajar y a la tienda en piragua. Los antiguos, que serían muy brutos, pero no estaban tontos, ya se cuidaron muy mucho de vivir en lo alto de un cerro o lejos de los charcos, fueran de agua salada o dulce. Pero nosotros, ahora que no hay piratas, ni malaria, y tenemos gobiernos a los que echar la culpa si un día viene una riada y se lleva nuestra casa, construida en una rambla muy mona ella, o encima de un pantano, nos ponemos cabezones y nos arrimamos todo lo que podemos al charco, a tirarle de la cola al tigre. Y el tigre el día menos pensado se revuelve y se te come la mano y sales en el telediario, paleando barro, con la abuela sentada en un sillón en el camión del ayuntamiento, mientras maldices al gobierno por rojo o por facha o por lo que nos de la gana, que para eso pagamos impuestos y podemos maldecir a gusto desde nuestra casa con vistas al mar.

 

 

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