Matando a Platero
![[Img #83595]](http://el7set.es/upload/images/10_2021/8379__mg_3594ns.jpg)
Hace poco, el pasado 4 de agosto del corriente, la consellería de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica anunciaba que había llevado burros hasta el Parque Natural del Desierto de Las Palmas para que los animalillos, pastando y haciendo sus cosas, se encargaran de crear cortafuegos naturales en este espacio natural, que como todos, son verdaderos polvorines naturales por el abandono sistemático al que se les ha sometido, por parte de tirios y troyanos, desde su creación.
Hasta ahí era una noticia simpática, de esas que gusta sacar en verano, que da pie para que igual a un reportero falto de contenidos coloristas se le pudiera ocurrir hacer una conexión con un telediario con los burrillos de fondo. Muy pizpireta, la consellería despedía la publicación en la que informaba de la medida con un dicharachero “Os seguiremos informando de las novedades!!”. Hay que destacar los dos signos de exclamación al final de la frase, que le da un aire desenfadado. Pues bien, las novedades son que los burros han muerto, o al menos unos diez de ellos. Muertos en circunstancias que aún se desconocen, sobre todo porque de las cagadas se suele dar pocas explicaciones a la peña y ahora el jiji-jaja y la simpatía se han ido al garete.
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: “¿Platero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…”.
Pero ahora no hay Platero. Platero, todos esos Plateros pequeños, peludos y suaves, yacen en el suelo, inertes, muertos por una ocurrencia, por una decisión que no dudo que sea una buena idea, debidamente planificada, estructurada, acompañada de presupuesto, de cuidado, de amor por lo que quieres proteger, unida a otras medidas reales, de las de toda la vida, pero no como una Graciela aislada. Porque no hay que inventarse nada, todo está inventado. El monte se limpia limpiándolo, hombres y mujeres de manos ásperas los han hecho desde que tenemos memoria. Solo que entonces no era limpiarlo, era hacer “malea” para los hornos, para la carbonilla, para los usos que se le daba a la maleza antes de que nos convirtiéramos en lo que somos, seres que viven de espaldas a la naturaleza, al campo, al monte, al árbol y al barro, a los juncos y al limo de las acequias. Civilización que se identifica con asfalto, hormigón, acero y ladrillos, en lugar de identificarse con el cuidado de los más indefensos seres de la creación. ¿Cómo nos queremos entender a nosotros mismos si no entendemos la tierra de la que surgimos?
Ahora Platero, esos pequeños Plateros, están muertos.
Y el Partido Popular monta en cólera, los ecologistas montan en cólera, todos montamos en cólera y nos ponemos a lanzarnos burros muertos a la cara. Y no nos da ni miajita de vergüenza. Es extraño. Igual si los burros tuvieran cuernos y se pudieran torear, a los peperos no les daría tanta preocupación que murieran en vano. Igual si los toros se ponen unas orejas grandotas entrarían en el catálogo de especies por las que los de la gaviota se preocupan e indignan por su muerte.
Es un ejercicio este, el de la política, en el que el cinismo está a la orden del día. Es más, debe de ser requisito sine qua non para que puedas aspirar a según que cargos. Los mismos que desmantelaron brigadas forestales, guardas y presupuestos para mantenimiento de parques naturales se escandalizan ahora por la muerte de los pobres borricos y hacen bandera de ello. Esto va así, cuando no mandan quieren cercanías y cuando mandan se olvidan, a izquierda y derecha. Ya lo dijo Neruda, es tan corto el amor y tan largo estar en la oposición.
Tuve la oportunidad de conocer personalmente a Mireia Mollá hace muchos años, casi en otra vida. Nos presentó un amigo común durante una visita a Les Corts y ella no me pareció alguien superficial que se preste a las ocurrencias y las fantochadas. Pero las consellerías son muy grandes y no hay nada peor que un tonto con iniciativa, dicho esto sin doble sentido. A la luz de los resultados que dieron las experiencias con ganado bovino en El Prat de Cabanes-Torreblanca es razonable pensar que se quieran replicar con otras especies y que se siga empleando el pastoreo para reducir el riesgo de incendios. Pero, tal como decía más arriba, no podemos dejarle la responsabilidad a un grupo de burrillos, aparcados en el monte como quien deja el Roomba en casa para que quite las pelusas de debajo de la cama. Esas acciones, además de supervisadas estrechamente por profesionales, deben ir acompañadas por inversión, inversión, inversión. Dineros son amores. No podemos ir de guays, de ecologistas y de protectores de la naturaleza y que nos salga gratis. No hace mucho oí a la consellera decir con mucho tino que la Albufera no tenía precio para ella, a cuento de la ampliación del puerto de Valencia y los efectos que sobre ese espacio natural impagable tendría la obra.
Con todo el respeto que siento por usted, ¿Cuánto valen diez burros? ¿Qué precio le ponemos a esas diez vidas?
Para ponernos en perspectiva. En base a la Ley de Protección y Derechos de los Animales que se quiere implantar en España habrá que pasar un curso formativo para tenencia de perros, se prohibirá que dejemos solos a perros y gatos, se prohibirá liberar mascotas, mantenerlos en terrazas, balcones, azoteas, patios y espacios reducidos o inapropiados. ¿Se les abandonó solos y sin atención en un lugar inapropiado? Se prohibirá que realicen trabajos inadecuados o excesivos. Quedará terminantemente prohibido abandonar animales en espacios abiertos o cerrados, así como el maltrato animal o el trato negligente. ¿No vemos la negligencia en todo esto? Según la nueva ley, la consellería incurriría en una serie de incumplimientos, que penalmente ni lo sé ni me importa si son delito o una simple falta administrativa, pero que indican que se tiene muy pocas entrañas.
Pero lo que más puede indignar es el trato folclórico que se les da a los animales, que se convierten en un “pero mira si soy ecologista”, como elemento de propaganda barata. Pues bien, la ley impedirá utilizar animales en espectáculos públicos o actividades artísticas, turísticas o publicitarias y este tipo de ocurrencias, que como parte de un plan mayor pueden ser adecuadas pero que por si solas solo son astracanadas, me van a perdonar –o no, ya que más me da-, pero son pura y vulgar propaganda.
Platero, tú nos ves, ¿verdad?. Que vergüenza debemos darte.
![[Img #83596]](http://el7set.es/upload/images/10_2021/7561_3622_portada-heroes.jpg)
Hace poco, el pasado 4 de agosto del corriente, la consellería de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica anunciaba que había llevado burros hasta el Parque Natural del Desierto de Las Palmas para que los animalillos, pastando y haciendo sus cosas, se encargaran de crear cortafuegos naturales en este espacio natural, que como todos, son verdaderos polvorines naturales por el abandono sistemático al que se les ha sometido, por parte de tirios y troyanos, desde su creación.
Hasta ahí era una noticia simpática, de esas que gusta sacar en verano, que da pie para que igual a un reportero falto de contenidos coloristas se le pudiera ocurrir hacer una conexión con un telediario con los burrillos de fondo. Muy pizpireta, la consellería despedía la publicación en la que informaba de la medida con un dicharachero “Os seguiremos informando de las novedades!!”. Hay que destacar los dos signos de exclamación al final de la frase, que le da un aire desenfadado. Pues bien, las novedades son que los burros han muerto, o al menos unos diez de ellos. Muertos en circunstancias que aún se desconocen, sobre todo porque de las cagadas se suele dar pocas explicaciones a la peña y ahora el jiji-jaja y la simpatía se han ido al garete.
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: “¿Platero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…”.
Pero ahora no hay Platero. Platero, todos esos Plateros pequeños, peludos y suaves, yacen en el suelo, inertes, muertos por una ocurrencia, por una decisión que no dudo que sea una buena idea, debidamente planificada, estructurada, acompañada de presupuesto, de cuidado, de amor por lo que quieres proteger, unida a otras medidas reales, de las de toda la vida, pero no como una Graciela aislada. Porque no hay que inventarse nada, todo está inventado. El monte se limpia limpiándolo, hombres y mujeres de manos ásperas los han hecho desde que tenemos memoria. Solo que entonces no era limpiarlo, era hacer “malea” para los hornos, para la carbonilla, para los usos que se le daba a la maleza antes de que nos convirtiéramos en lo que somos, seres que viven de espaldas a la naturaleza, al campo, al monte, al árbol y al barro, a los juncos y al limo de las acequias. Civilización que se identifica con asfalto, hormigón, acero y ladrillos, en lugar de identificarse con el cuidado de los más indefensos seres de la creación. ¿Cómo nos queremos entender a nosotros mismos si no entendemos la tierra de la que surgimos?
Ahora Platero, esos pequeños Plateros, están muertos.
Y el Partido Popular monta en cólera, los ecologistas montan en cólera, todos montamos en cólera y nos ponemos a lanzarnos burros muertos a la cara. Y no nos da ni miajita de vergüenza. Es extraño. Igual si los burros tuvieran cuernos y se pudieran torear, a los peperos no les daría tanta preocupación que murieran en vano. Igual si los toros se ponen unas orejas grandotas entrarían en el catálogo de especies por las que los de la gaviota se preocupan e indignan por su muerte.
Es un ejercicio este, el de la política, en el que el cinismo está a la orden del día. Es más, debe de ser requisito sine qua non para que puedas aspirar a según que cargos. Los mismos que desmantelaron brigadas forestales, guardas y presupuestos para mantenimiento de parques naturales se escandalizan ahora por la muerte de los pobres borricos y hacen bandera de ello. Esto va así, cuando no mandan quieren cercanías y cuando mandan se olvidan, a izquierda y derecha. Ya lo dijo Neruda, es tan corto el amor y tan largo estar en la oposición.
Tuve la oportunidad de conocer personalmente a Mireia Mollá hace muchos años, casi en otra vida. Nos presentó un amigo común durante una visita a Les Corts y ella no me pareció alguien superficial que se preste a las ocurrencias y las fantochadas. Pero las consellerías son muy grandes y no hay nada peor que un tonto con iniciativa, dicho esto sin doble sentido. A la luz de los resultados que dieron las experiencias con ganado bovino en El Prat de Cabanes-Torreblanca es razonable pensar que se quieran replicar con otras especies y que se siga empleando el pastoreo para reducir el riesgo de incendios. Pero, tal como decía más arriba, no podemos dejarle la responsabilidad a un grupo de burrillos, aparcados en el monte como quien deja el Roomba en casa para que quite las pelusas de debajo de la cama. Esas acciones, además de supervisadas estrechamente por profesionales, deben ir acompañadas por inversión, inversión, inversión. Dineros son amores. No podemos ir de guays, de ecologistas y de protectores de la naturaleza y que nos salga gratis. No hace mucho oí a la consellera decir con mucho tino que la Albufera no tenía precio para ella, a cuento de la ampliación del puerto de Valencia y los efectos que sobre ese espacio natural impagable tendría la obra.
Con todo el respeto que siento por usted, ¿Cuánto valen diez burros? ¿Qué precio le ponemos a esas diez vidas?
Para ponernos en perspectiva. En base a la Ley de Protección y Derechos de los Animales que se quiere implantar en España habrá que pasar un curso formativo para tenencia de perros, se prohibirá que dejemos solos a perros y gatos, se prohibirá liberar mascotas, mantenerlos en terrazas, balcones, azoteas, patios y espacios reducidos o inapropiados. ¿Se les abandonó solos y sin atención en un lugar inapropiado? Se prohibirá que realicen trabajos inadecuados o excesivos. Quedará terminantemente prohibido abandonar animales en espacios abiertos o cerrados, así como el maltrato animal o el trato negligente. ¿No vemos la negligencia en todo esto? Según la nueva ley, la consellería incurriría en una serie de incumplimientos, que penalmente ni lo sé ni me importa si son delito o una simple falta administrativa, pero que indican que se tiene muy pocas entrañas.
Pero lo que más puede indignar es el trato folclórico que se les da a los animales, que se convierten en un “pero mira si soy ecologista”, como elemento de propaganda barata. Pues bien, la ley impedirá utilizar animales en espectáculos públicos o actividades artísticas, turísticas o publicitarias y este tipo de ocurrencias, que como parte de un plan mayor pueden ser adecuadas pero que por si solas solo son astracanadas, me van a perdonar –o no, ya que más me da-, pero son pura y vulgar propaganda.
Platero, tú nos ves, ¿verdad?. Que vergüenza debemos darte.