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Tomas Torres
Domingo, 20 de Febrero de 2022
Mi vida como erizo

Córtame la electricidad, pero no el Facebook

 

[Img #85220]Mark Zuckerberg, el dueño de Facebook, Instagram y de nuestras vidas, lo ha vuelto a hacer, y las consecuencias podían haber sido de esas que unos nos riamos mucho, mucho y otros no se rían nada de nada. Poniendo de manifiesto el carácter sociópata que se esconde debajo de esa cara de niño repelente con demasiado poder y muy poca vergüenza, el bueno de Mark ha amenazado con suspender el servicio de sus redes sociales a los usuarios europeos si la justicia de la Unión Europea no les permitía llevarse sus datos para procesarlos en Estados Unidos.

 

Para la justicia, la empresa de Mark, que ahora se llama Meta (no confundir con la abreviatura de metanfetamina, que es una droga sintética mucho menos adictiva), no es capaz de garantizar la seguridad y protección de esos datos de ciudadanos europeos en servidores norteamericanos. La desconfianza no es baladí, acordémonos del caso de Cambridge Analytica, la empresa que influyó en la campaña de Trump para la presidencia, así como en las elecciones en Argentina e incluso en la campaña a favor del Brexit en Reino Unido. El burro no era arisco, lo hicieron los palos.

 

Pero el amigo Mark, que parece aplatanado pero que no es tonto, vio que la cosa se le podía volver en contra justo en el peor momento de la historia de la compañía y del lanzamiento de su Metaverso lleno de metacolegas y metavidas, así que no le quedó otra que recular y de lo dicho nada, que ha sido una broma para ver la cara que poníamos. De modo que la cosa no llegó a mayores y, salvo algún accidente aislado de ropa interior, aquí paz y allá gloria.

 

La cosa es que yo me quedé con las ganas de que el sujeto se aventara un tiro, que plantara cara como los buenos y que salga el sol por Antequera. Créanme que tengo una vena sádica bastante pronunciada, nadie es perfecto y menos yo, así que ya me estaba frotando las manos como el señor Burns con la mera idea de ver que, de la noche a la mañana, nos iban a cortar el grifo de endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina, además del altavoz para demagogos, bocachanclas, fantoches y cobardes varios, de los que gustan de golpear sin ser golpeados, de mentir sin que se les ponga la cara colorada y de crear una realidad alternativa que sea más acorde con sus ganas de marcar el paso de la oca y comprobar si realmente los libros arden a 451 grados Fahrenheit.

 

Como dicen en mi pueblo los que saben de la vida, ante semejante tajo a nuestras libertades esenciales (si, amigos lectores, mentir es ya un derecho humano o le falta poco) “es llogaríen cadiretes” para contemplar el dantesco espectáculo. Yo cierro los ojos y no me cuesta nada visualizarlo. Solo piensen en que se nos cae un rato de nada Facebook y ya escuchamos los cascos de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis repiquetear en el tejado, ¡imaginen si la cosa se volviera para siempre jamás!

 

Dejando de banda todos los que se tirarían por la ventana si no pudieran insultar al vecino impunemente o compartir citas de Paulo Coelho para dar consejos a la peña que ellos mismos no van a seguir en sus propias y disfuncionales vidas, los que me hacen salivar son los políticos. ¿Se lo imaginan?, Yo sí. Esas cuentas llenas de demagogia, medias verdades, cuando no mentiras falaces, fotos retocadas, con más universos paralelos que una película de Marvel, con esas vidas de fantasía, en las que todo va bien mientras tengamos a mano un filtro de Photoshop y una sonrisa cínica con la que hacernos un selfie mientras el pueblo, el país y el mundo se va al carajo. A esos políticos infalibles, que cuentan con la verdad, la ley y a dios y el diablo de su parte por decreto, porque se han arrogado para sí mismos la autoridad moral de la suya es la única cera que arde y los demás somos parte de una cruzada judeomasónica que solo quiere acabar con la libertad y el bienestar, al menos con el suyo personal, que es el que realmente importa.

 

Pero no se preocupen, ha sido solo un sustillo pasajero. Aunque, tal como somos de borregos, nos pueden subir la gasolina hasta que tengamos que vender el coche para llenar el depósito, nos pueden subir el gas hasta que solo los millonarios se puedan permitir tirarse un pedo y nos pueden subir la electricidad hasta que aceptemos que nos pongan placas solares hasta en el cielo de la boca, que aquí no pasa nada. Ahora sí, verás cómo nos corten el Facebook, vamos a montar una que ríete tú del apocalipsis zombi.

 

 

 

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