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Lunes, 16 de Mayo de 2022

Ocho claves para pasar del calzado cerrado a las sandalias

• El Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana ha asegurado que heridas, ampollas, laceraciones, fascitis o talalgias son algunas de las dolencias más comunes en los pies por no realizar correctamente la transición del calzado.

El mes de mayo es en el que habitualmente comienza a hacer más calor y es el inicio de calzado más destapado como las sandalias. Por ello, el Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) ha señalado la importancia de hacer una correcta transición del calzado cerrado a las sandalias para proteger la salud de los pies.

“Las talalgias y la fascitis plantar junto a las rozaduras y laceraciones son algunas de las dolencias más comunes que aparecen en nuestros pies en esta época del año al cambiar de tipo de calzado que usamos de forma habitual. Hemos de tener en cuenta que pasamos de usar un calzado cerrado que sujeta muy bien el empeine y e talón, habitualmente con suelas gruesas, a unas sandalias que seguramente tendrán menor agarre, una suela más fina, y en muchas ocasiones ni siquiera llevan sujeciones adecuadas al pie” ha explicado Pilar Nieto, presidenta de ICOPCV.

Para proteger la salud del pie, los podólogos han realizado un decálogo para pasar del calzado de invierno al de verano:

  1. Realizar una transición progresiva al nuevo tipo de calzado. Por ejemplo, comenzar con uno que sea más abierto pero confiera seguridad al movimiento del pie sujetando empeine y talón.
  2. Optar por un calzado ligero que permita al pie estar más fresco y más suelto. Son buenas opciones aquellos que son de tela o de pieles tratadas, los materiales técnicos cada vez más estudiados y perfeccionados, muy transpirables y que evitan el exceso de sudoración.
  3. Evitar pasar del calzado cerrado a las sandalias directamente.
  4. Evitar usar un calzado excesivamente plano para que no se cargue la fascia plantar.
  5. Repasar el estado de las suelas del calzado de verano del año anterior y, en caso de deformidad, retirarlas.
  6. En el caso de las personas diabéticas, realizar todos los días revisiones de los pies. Al dejar de utilizar calcetines pueden aparecer ampollas o heridas que, en su caso, pueden tener dificultades de cicatrización y derivar en úlceras. Si hay ampollas o laceraciones, es aconsejable acudir al podólogo para tratarlas y hacerles seguimiento.
  7. Realizar una revisión con un podólogo para asegurarnos de que no han aparecido patógenos contagiosos o infecciosos como hongos o papilomas, por ejemplo. Y, en caso de hayan aparecido, aplicar el tratamiento adecuado con la máxima celeridad posible.
  8. Realizar una quiropodia en el podólogo para eliminar durezas, repasar las uñas y, por supuesto, revisar talones, y tratarlos cuando sea necesario, para evitar las dolorosas grietas.
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