Las Alegrías del Bréxit o los Extraños Caminos de una Carta
Érase una vez una carta, escrita en la lejana Escocia y destinada al mediterráneo Alcossebre. Entregóse la carta, como es costumbre, en una oficina de Correos, que la registró el día 22 de febrero y la metió en un sobre. Bueno, eso es de cajón, todas las cartas se meten en sobres. Sí, pero esa carta se metió en un sobre especial, en uno de declaración de aduana. ¿Declaración de aduana? ¿Es que iba acompañada de un regalo o de otra cosa? Pues no, sólo una carta, ya está.
Sabido es que los escoceses no querían abandonar Europa. A lo mejor ahora están mofándose de la idiotez del Bréxit, cumpliendo las nuevas leyes a rajatabla; eso se ve confirmado por el hecho de que una carta salida de la parte inglesa del Reino Unido llegó a su destino español en sobre corriente y moliente.
¿O se trata de una forma de ahorrar papel y evitar la tala de miles y miles de árboles? ¿Cómo eso? Pues teniendo que rellenar declaraciones de aduana cada vez que se mande una carta, a uno se le quitan las ganas de escribir cartas.
¿Y cómo se explica la tardanza en la entrega de la carta? Según información escocesa, la carta fue puesta en camino el uno de marzo, entregándose a la destinataria el 10 de mayo.
A lo mejor, vistas la cada vez mayor escasez de petróleo y la escalada de los precios, habrán recurrido a medios de transporte de probada eficacia ya en tiempos pasados, probablemente a una diligencia, con cuyo uso se matarían, además, dos pájaros de un tiro: protección del medio ambiente y mayor productividad de los campos, gracias al natural y ecológico abono de las bostas de caballo.
Si efectivamente se utilizó tal diligencia, el tiempo empleado, por decir la verdad, tan mal no está, pensando en la difícil y arriesgada travesía del canal de la Mancha.
Érase una vez una carta, escrita en la lejana Escocia y destinada al mediterráneo Alcossebre. Entregóse la carta, como es costumbre, en una oficina de Correos, que la registró el día 22 de febrero y la metió en un sobre. Bueno, eso es de cajón, todas las cartas se meten en sobres. Sí, pero esa carta se metió en un sobre especial, en uno de declaración de aduana. ¿Declaración de aduana? ¿Es que iba acompañada de un regalo o de otra cosa? Pues no, sólo una carta, ya está.
Sabido es que los escoceses no querían abandonar Europa. A lo mejor ahora están mofándose de la idiotez del Bréxit, cumpliendo las nuevas leyes a rajatabla; eso se ve confirmado por el hecho de que una carta salida de la parte inglesa del Reino Unido llegó a su destino español en sobre corriente y moliente.
¿O se trata de una forma de ahorrar papel y evitar la tala de miles y miles de árboles? ¿Cómo eso? Pues teniendo que rellenar declaraciones de aduana cada vez que se mande una carta, a uno se le quitan las ganas de escribir cartas.
¿Y cómo se explica la tardanza en la entrega de la carta? Según información escocesa, la carta fue puesta en camino el uno de marzo, entregándose a la destinataria el 10 de mayo.
A lo mejor, vistas la cada vez mayor escasez de petróleo y la escalada de los precios, habrán recurrido a medios de transporte de probada eficacia ya en tiempos pasados, probablemente a una diligencia, con cuyo uso se matarían, además, dos pájaros de un tiro: protección del medio ambiente y mayor productividad de los campos, gracias al natural y ecológico abono de las bostas de caballo.
Si efectivamente se utilizó tal diligencia, el tiempo empleado, por decir la verdad, tan mal no está, pensando en la difícil y arriesgada travesía del canal de la Mancha.