Viernes, 26 de Septiembre de 2025

Actualizada Viernes, 26 de Septiembre de 2025 a las 13:54:08 horas

Tomas Torres
Sábado, 26 de Noviembre de 2022

Pasajeros al tren

[Img #91700]Mi desmedida pasión por la lectura, que me lleva a leerme hasta las etiquetas del champú, me llevó de manera insospechada a descubrir una nueva genialidad de los padres y madres de la patria, aquellos en cuyas manos pusimos los destinos de nuestras vidas y caudales de manera tan inocente como imprudente.

Pues resulta que el Aeropuerto de Castelló, ese que primero no tenía aviones y ahora tiene, pero que además tiene otras cosas y quieren ponerle más, pues ese aeropuerto ha anunciado que pondrá una lanzadera –que ya solo por el nombre parece algo futurista, pero que no es más que un coche de línea de toda la vida- que conectará las instalaciones aeroportuarias con Torreblanca. Ahí es nada.

Muchos tendrán la osadía de pensar que se trata de un anuncio más de los miles que hacen desde los diferentes gobiernos, desde los locales a los planetarios, diciendo que van a hacer algo super chulo que nos va a arreglar la vida y que de nada que para eso estamos. Siempre ha habido gente ignorante que, como el burro, su bien no conoce y cuando les rascan dan coces. Para esa tropa de iletrados que no saben lo mucho que nos quieren nuestros brillantes gobernantes les explicaré el significado oculto de esta medida y lo muy mucho que nos va a beneficiar.

Tan solo imaginen. Usted llega desde, pongamos, el Reino Unido, huyendo de las brumas, la lluvia y el Brexit, y aterriza con su maleta en el Aeropuerto de Castellón. Hasta ahí nada que objetar. Entonces ve un cartel que pone, lanzadera hacia Torreblanca y usted, por la gloria de la reina que en paz descanse, se siente inmediatamente atraído por la sugerencia de aventura intergaláctica y la apasionante oferta de transporte hacia dondequiera que tenga su destino final, pensando que en el tren se viaja como un rey y blablablá.

Es entonces cuando un autobús, que en el fondo es lo que significa lanzadera, le deja a las cuatro de la mañana en la estación de Torreblanca, en un entorno bucólico libre de contaminación lumínica para que vea bien las estrellas por la noche sin el incordio de unas farolas que le impidan ver la bóveda celeste. Ahí está la primera ventaja en la que nadie ha reparado tras el anuncio de que Torreblanca se verá honrado con este servicio. Los astrónomos del mundo se van a dar de bofetadas por venir a disfrutar la experiencia de observar el universo desde el camí de la Estació en plena oscuridad. La de carajillos que se van a vender nada más con eso.

Después, cuando el emocionado viajero llegue a la estación de Torreblanca, podrá disfrutar de la artesanía local, de la mano –o más bien de las patas- de los simpáticos gañanes que de manera totalmente artesanal, crean intrincados patrones en los cristales de la estación, destrozándolos con artística pasión, para deleite de propios y extraños.

Exaltado el espíritu por la cultura popular de los nativos y sus expresiones artísticas, el turista quedará entonces atrapado en la estación por espacio de horas, sin información porque los paneles juegan al juego de adivina a qué hora llega el tren, tan solo para descubrir que, para desesperación de aquellos que tienen que ir a Castellón a estudiar o trabajar, ese tren no va a llegar nunca y ya te perdiste el examen. En este punto, los cortos de luces y entendederas pondrán su grito en el cielo, quejándose sin razón alguna de que los chupatintas de los gobiernos de todos los niveles y colores son unos inútiles redomados a los que les importamos menos que un zurullo en el zapato. Se quejarán de que los que prometieron arreglar la vergüenza de las cercanías ahora siguen dándonos dos tazas de lo mismo, abandonando a miles de pasajeros en los andenes, haciéndolos viajar en vagones atestados y, con una sonrisa criminal en los labios, nos mean y dicen que llueve.

Ahí de vosotros, pobres ignorantes de cortas entendederas. No sois capaces de ver los verdaderos motivos de todo esto y ahí estáis dando la brasa, porque os quejáis ya de puro vicio. Dejando tirados a cientos de turistas en Torreblanca lo que los próceres de la patria están haciendo, de manera disimulada y sutil, es fomentar el comercio local, el desarrollo del sector servicios y la desestacionalización del turismo, todo de una tacada. De nuevo, de nada. Piense, amable lector, en ese turista en pantalón corto, con las tripas gruñendo porque está con un té y un poco de pudin en el cuerpo desde que se levantó allá en la brumosa Londres. Esa criatura, hijo de la pérfida Albión, no tendrá más remedio que buscar un bar o fonda en la que saciar sus necesidades básicas, lo que contribuirá a que los bares puedan seguir abiertos. Luego se encontrará con que el sol que prometía la previsión meteorológica se ha convertido de la noche a la mañana en una DANA y necesitará un paraguas, que deberá adquirir con carácter de urgencia en el pueblo. Si es verano, los mosquitos se lanzarán sobre él como aves de rapiña sedientas de sangre de importación, por lo que tendrá que comprar un repelente y una pomada para las picaduras, lo que también redundará en un beneficio empresarial inesperado y en la salvación de la economía local.

Y tú quejándote, alma de cántaro. Que hay que explicártelo todo.

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