Del Sábado, 22 de Noviembre de 2025 al Domingo, 23 de Noviembre de 2025
Torreblanca y su campo de golf ante el espejo
El próximo 22 de mayo se llevará a pleno extraordinario y urgente la aprobación de la adjudicación a la Agrupación de Interés Urbanístico encabezada por la Sareb de este proyecto, después de más de 20 años de tramitación, decepciones y esperanzas
![[Img #94863]](http://el7set.es/upload/images/05_2023/6836_viz19-14_torreblanca_cam_a_08_f.jpg)
“La esperanza es un buen desayuno, pero una mala cena”. Este es uno de los populares aforismos que se atribuyen al filósofo, político, abogado y escritor inglés, Francis Bacon y que es muy posible que hayamos leído en alguna parte, sobretodo en el vasto caudal de información y de frases célebres que es internet en todas sus formas. Alude a la faceta positiva que representa estar esperanzado al inicio de un proyecto, de una jornada de trabajo o de una vida, pero lo triste que resulta acercarse al final –de ese proyecto, esa jornada de trabajo o de esa vida- y estar aún esperando que la providencia venga a resolver nuestros problemas.
Torreblanca lleva oficialmente desde el 22 de julio de 2002, fecha en la que se aprobó la Homologación Modificativa del Litoral de Torreblanca, pendiente de la esperanza de un futuro mejor para todos y todas, basada en los proyectos urbanísticos/turísticos que por aquellas fechas brotaban como champiñones en el Levante Feliz de las mayorías del Partido Popular, los alcaldes y concejales de Urbanismo que alcanzaron la condición de semidioses, los emporios del ladrillo con pies de barro y los peones de albañil conduciendo bemeuves. A fecha de hoy, eso representa 21 años de almanaque de esperanzas, más o menos fundadas, que hace tiempo dejaron atrás el amanecer del desayuno y se acercan inexorablemente al anochecer de la cena. De una mala cena, si atendemos a la opinión de Sir Francis.
Pero Torreblanca lleva oficiosamente esperando la resolución de todos los problemas y el perdón de los pecados desde mucho antes, desde finales de los 70, con la fallida Venecia en el Prat y después en los 80 con la fallida EuroDisney. Siempre apostando el presente y el futuro a un giro inesperado de los acontecimientos que hiciera llover dinero sobre un pueblo que dormitaba en los 90 ajeno a su decadencia, esperanzados a que un Deus Ex Macchina, una grúa que introdujera en la escena a una deidad para resolver nuestra obra teatral, que con el tiempo por diferentes géneros. Del drama a la tragicomedia, pasando por la farsa. No podemos pasar por alto la broma del destino que representa estar esperando, precisamente, ver una grúa en el horizonte.
El comienzo esperanzador
De aquellos polvos vinieron estos lodos. A la Torreblanca que en los 90 vivía el fin de siglo en una legislatura sostenida con un singular pacto entre PP, PSOE y BLOC, (inconcebible en el actual escenario de polarización), con un ayuntamiento presidido por Josep María Pañella (BLOC) al que llegaron representantes del Grupo Gimeno para plantear un pequeño desarrollo urbanístico en la zona del Campás, en los terrenos que esta empresa tenía en propiedad. A partir de ahí la cosa se nos fue de las manos.
Después de sobrevivir al Efecto 2000, al fin de siglo y al inicio del siglo XXI, la legislatura 1993-2003 arrancaba con un nuevo pacto ideológicamente ecléctico, pero esta vez con José Luis Fabregat (PP), al frente de la alcaldía. Para entonces ya andaba en los despachos el runrún del campo de golf que el Grupo Gimeno quería plantar en el pueblo, para eso se estaba tramitando la Homologación del Litoral y todo el mundo se las prometía muy felices. Pero como si la historia de Torreblanca la hubiera escrito un guionista sádico de Netflix, el pacto imposible que mantenía fuera de las plantas nobles del Ayuntamiento de Torreblanca al CIP de Daniel Ansuategui y Juan Manuel Peraire saltó por los aires para “unificar la derecha” y conseguir sumar los tres concejales que tenía el PP en esos tiempos a los cinco que tenía el CIP. No con poca crueldad desde entonces el autor de este reportaje ha utilizado siempre que ha tenido oportunidad la broma de que para la derecha torreblanquina hay una anomalía aritmética que establece que cinco más tres es igual a cinco. Ese fue el número de concejales que consiguió en las siguientes elecciones el PP “reunificado”, no sin antes haber aprobado, también en vísperas de elecciones (verán que esta es una constante en todo el proceso a lo largo de estos 21 años de esperanza), la adjudicación a la empresa Urbanizadora Torremar de la condición de agente urbanizador del proyecto Doña Blanca Golf, que comprendía los sectores IV, VII, VIII, IX y X de la Homologación del Litoral, para urbanizar 1.911.917 metros cuadrados y construir cuatro mil y pico viviendas, hoteles, locales comerciales y un coqueto campo de golf de 18 hoyos. La maqueta, que se paseaba por todas las ferias de urbanismo y turísticas del país, daba gloria verla.
Pero la anomalía aritmética del PP torreblanquino se dio de bruces con los cuatro concejales por barba que sacaron PSOE y BLOC. Siete meses le duró la alcaldía a Juan Manuel Peraire, que estuvo calentando la silla presidencial mientras que socialistas y valencianistas, que siempre han andado a la greña, se ponían de acuerdo. Una vez las cosas se encauzaron, PSOE y BLOC, que votaron en contra del proyecto por lo precipitado de la convocatoria en las vísperas de elecciones y por el precio al que se pagaban los terrenos del 10% que correspondía al ayuntamiento, se plantaron con la empresa urbanizadora y le sacaron los higadillos en forma de 12 millones de euros en cash y 12 en obras (obras que luego se ejecutaron con decepcionantes resultados, costes gargantuescos y que después no han tenido el rendimiento social esperado). Y como los ricos también lloran, la bonanza económica para las arcas municipales no resultó un bálsamo para la inquina que se tenían socialistas y valencianistas, así que terminaron por partir pajitas. Pero en ese periodo los avances en la tramitación del PAI del golf se comenzaron a ralentizar por las tiranteces entre empresa y ayuntamiento, así como por la voluntad política de la superioridad política, que no quería ver inaugurado el proyecto estrella de la provincia por una panda de rojos y separatistas.
Volvieron las elecciones, ganó el PSOE, pero se unieron PP y BLOC para cerrar las puertas de la alcaldía a Manuel Agut, y ahora era Juan Manuel Peraire el que asumía la alcaldía y disfrutaba con otro pacto ideológicamente improbable de las bondades de las uniones contranatura. A pesar de que fue una legislatura bastante tranquila en lo político, más allá de los sainetes en los plenos, el proyecto del golf no progresa adecuadamente. Desesperaditos por la llegada de otras elecciones, si, otra vez los golpes de efecto de precampaña, los miembros del equipo de gobierno escenificaron un movimiento de tierras para la foto, que dejó la zona como Kansas después de un tornado y “tal día hizo un año, ni para mi provecho ni para mi daño”.
Las dos siguientes legislaturas, 2007-2011 y 2011-2015, el PP y Juan Manuel Peraire estuvieron al frente del ayuntamiento, pero verdes las han segado. La burbuja urbanística le hizo ¡pop! en la cara a Torreblanca y al proyecto del golf. Por mucho que se intentó, la empresa Urbanizadora Torremar ya no daba más de sí. Como tantas otras empresas del ladrillo, entró en concurso de acreedores y hasta aquí hemos llegado. Luego vino todo el proceso, como en las separaciones, de ver quién se queda con el perro y con la cubertería que regaló la tía Puri y la esperanza tornaba en desesperanza. Intentos a la desesperada, como la carta de intenciones de HGI Capital y FaifGroup en 2015, (exacto, cerca de las elecciones), de la que nunca más se supo, volvían a meter a empujones la promesa del golf en campaña. Litigios, negociaciones y propuestas más o menos indecentes, alumbraron en la legislatura 2015-2019 un nuevo gobierno, encabezado por Josefa Tena y el PSOE, con Compromís (la nueva denominación del BLOC) y dos concejales que se presentaron con Ciudadanos, pero a los que expulsaron a las primeras de cambio. Regresaba así Rosa Ana Villanueva al escenario político, después de haber sido artífice de la reunificación de la derecha que a la postre le costó ser relegada por las nuevas mayorías en el seno de los populares torreblanquinos.
Villanueva se cobró el despecho del PP asociándose de nuevo con el PSOE para gobernar en minoría con el apoyo como colaboradores necesarios de dos concejales del PP que a estas alturas de la legislatura aún no tienen claro si están expulsados o no del partido y a los que el resto de la oposición no tardó en tildar de tránsfugas, especialmente lo que quedaba del Grupo Municipal Popular.
Pero éramos pocos y parió la abuela, la Generalitat Valenciana se había puesto manos a la obra y se disponía a pintar de verde lo poco que quedaba por urbanizar del litoral, que lo tenía manga por hombro y se dejó caer con el Pativel, para pasmo y desesperación de urbanizadores, alcaldes e intermediarios.
Más pleitos, más negociaciones y otra escenificación del consabido, ¡Esta vez sí! de cada cita electoral, se sacaba a licitación por segunda vez el proyecto y ninguna empresa se presentó. A esas alturas la Sareb, el banco malo, ya era propietaria de la mayoría de los terrenos, así que al ver que pintaban bastos no le quedaba otra que ponerse al timón y tratar de que el proyecto llegara a buen puerto, si es que quería mantener sus terrenos al precio de urbanizables en su balance contable. Con más miedo que ganas el banco malo levantaba la mano y solicitaba la adjudicación preferente como propietario mayoritario, para lo que tenía que crear una Agrupación de Interés Urbanístico, y la creó. Así la Sareb ganaba tiempo, conseguía oxígeno y se aseguraba de que el proyecto no decayera. El Pativel, que hasta los gobiernos ecosocialistas tienen su corazoncito, le daba cuartelillo al golf de Torreblanca. Cinco años para empezar a poner ladrillos. O eso era lo que la mayoría pensaba.
Pero que si son galgos o son podencos, y con una pandemia de por medio, los cinco años de gracia pasaron en un suspiro, y nos encontramos de nuevo a las puertas de unas elecciones municipales y autonómicas. Salvo esporádicas apariciones en prensa y algún comentario en los plenos en la línea de “Estamos en ello”, el equipo de gobierno se prodigaba poco en información, mientras se las veía con las administraciones para contar con luz y agua para el proyecto. Lograda la subestación, quedaba el abastecimiento de agua potable, lo que se materializaría por fin el 19 de abril de 2023 con la publicación en el Diari Oficial de la Provincia de Castelló del trámite de Información Pública de la solicitud de una concesión para abastecimiento de agua para consumo humano a Torreblanca para 9.984 habitantes equivalentes (Casco urbano, Sector III, Sector Progrés). La publicación nada dice del PAI Doña Blanca Golf, pero los que están a favor del golf lo celebraron como el gol de Iniesta en el Mundial, asegurando que eso abría las puertas del cielo al proyecto, que ahora sí que sí.
Las distintas sensibilidades dentro del Botànic
Y en esas estábamos, con los carteles y los programas electorales imprimiéndose, cuando desde El 7 Set dirigíamos una pregunta de apariencia inocua al Director General de Urbanismo, Vicente García Nebot, sobre el fin del plazo de cinco años contemplado en la Disposición Transitoria del Pativel tenía como respuesta que la eventual caducidad, que tendría que ser declarada expresamente por el ayuntamiento, estaría condicionada a que el retraso de la tramitación estuviera debida a causas imputables a la administración o a sus entidades concesionarias. Resultaba que nos íbamos a la prórroga.
Esta circunstancia sacaba a relucir las diferencias entre las distintas sensibilidades que conforman el Gobierno del Botánic, que se establecen en los diferentes niveles de la administración, dependiendo del organigrama. Si la cabeza es PSOE, el siguiente nivel es Compromís y el siguiente inmediatamente inferior Podem. Y así en todas las consellerías. De ese modo, los sectores más ecologistas o proteccionistas, que menos ganas tenían de que continuara sine die el modelo de hormigón y ladrillo, interpretaban que existen razones más que fundamentadas para que se considere la inviabilidad del proyecto de Doña Blanca Golf, la caducidad de la Declaración de Impacto Ambiental, el informe del Secretario Municipal y la propia Disposición Transitoria, que desde la Dirección General de Política Territorial y Paisaje y de la Secretaría autonómica de Política Territorial, Urbanismo y Paisaje se consideraba definitiva y que establecería el cambio de clasificación del suelo a no urbanizable de especial protección una vez cumplido el plazo de cinco años. No obstante, en el caso de que se aplicara esa condicionante, ambos departamentos identificados con Compromís se mantenían como garantes de que el proceso se llevara a cabo bajo su supervisión y que la Dirección General de Política Territorial y Paisaje, en última instancia, estudiara uno por uno los casos.
Se revolvía la cabecera socialista de la consellería y aparecía en los medios un informe de la Abogacía de la Generalitat en el que se determinaba que serían los ayuntamientos los que determinaran la caducidad de los programas. En un último intento, desde la Dirección General de Política Territorial y Paisaje se le recordaba al Ayuntamiento de Torreblanca que se le había instado a solicitar la pertinente petición de consulta con la finalidad de emitir los informes correspondientes sobre inundabilidad. Resulta que la administración autonómica, en estos casos es como Drácula, que no puede entrar en tu casa si no lo invitas. Este documento es del 14 de agosto de 2020, el ayuntamiento al parecer se hizo el sueco y ni hay informe que valga.
Y así llegamos a la campaña electoral. Si, otra vez, ya lo sé. Pero, salvo comentarios sottovoce, no se acaba de entrar al trapo con la polémica del golf. Nada de reacciones ni para bien ni para mal, solo tensa espera. Todos esperando si es verdad, que ahora sí que sí, que va de veras. Una fuente nos confirma que en el ayuntamiento existe la intención de que, una vez tengan la garantía del suministro de agua potable al finalizar la información pública, se lleve a pleno la adjudicación del PAI del golf a la Agrupación de Interés Urbanístico encabezada por la Sareb. Es entonces cuando llega a nuestra redacción un correo electrónico con dos artículos de opinión firmados por Daniel Ansuategui, y en uno de ellos afirma que el 22 de mayo se celebrará un pleno para realizar esa adjudicación del proyecto que ahora se llamará Agrupación de Interés Urbanístico Azahar Sea de Torreblanca. Si esto fuera Whatsapp estaría lleno de caritas sorprendidas. Un político y agente inmobiliario jubilado tiene más información y más precisa que medio equipo de gobierno, toda la oposición y el resto del mundo. Finalmente, en el último pleno ordinario celebrado este jueves 18 de mayo, la alcaldesa, Josefa Tena reconocía, a preguntas de la portavoz del PP, Tania Agut, su intención de celebrar ese pleno, ahora que estamos listos de papeles. Más allá iba la concejala de Urbanismo, Rosa Ana Villanueva, quien aseguraba que quería terminar el trabajo que había realizado durante las dos legislaturas que ha estado al frente de la cartera de Urbanismo. Y el ayuntamiento que salga de las urnas que haga de su capa un sayo.
¿Qué se va a aprobar?
El próximo 22 de mayo, como la costumbre se convierte en ley, a seis días de poner la papeleta en la urna se aprobará un proyecto que en líneas generales, salvo modificaciones estéticas, se parece mucho a la infografía con la que ilustramos todos los artículos del golf durante los últimos 20 años. Se planean 241 viviendas aisladas R1a, 107 viviendas aisladas R1b, 133 viviendas adosadas R2, 4.112 viviendas en bloques de seis plantas R3. Esas cifras difieren un poco de las que muestra Azahar Sea en su web, 255 R1a, 106 R1b, 132 R2 y 3.936 R3, que suman un total de 4.400 viviendas, dedicando a superficie hotelera 124.500 metros cuadrados y a superficie comercial 55.000 metros cuadrados.
Una diferencia significativa, el proyecto que está disponible en la web del Ayuntamiento de Torreblanca no deja claro el número de hoyos del campo de golf, asumiendo que se mantengan los mismos 18 hoyos del proyecto inicial, ya que la superficie destinada a campo de golf es la misma. Sin embargo, en el folleto de venta que está disponible en internet en la primera página se les olvidó corregir las dos equis que pusieron después de “un campo de golf de XX hoyos”, pero en otros párrafos reconoce abiertamente que solo tendrá 9 hoyos. Para hacernos una idea, como el campo del Pinar de Castelló. En las próximas elecciones el increíble campo de golf menguante podría convertirse en un minigolf.
![[Img #94859]](http://el7set.es/upload/images/05_2023/9231_xx.jpg)
El folleto de Azahar Sea nos indica varias cosas. La primera, que el proyecto está a la venta en conjunto, que la Sareb está buscando un inversor o un comprador para todo, proyecto y suelo. No están vendiendo apartamentos, venden el lote entero. La segunda, que ni la Sareb ni el Banco Sabadell parecen interesados en construir nada, solo están ganando tiempo para que aparezca el fondo de inversión que les quite la patata caliente de las manos. La tercera, que se les pase lo de XX hoyos solo indica el poco cariño y atención a los detalles que demuestran para un proyecto de más de 60 millones de euros. La web tiene copyright de 2019 y está registrada a nombre de une empresa denominada Soluciones Corporativas IP SL, con sede en Manacor, Illes Balears, “Especializados en el desarrollo de soluciones de conectividad, presencia y contenidos en Internet”, pero no en corrección de textos.
Las informaciones que hemos podido recabar de fuentes de la Dirección General de Urbanismo también nos indican que la Consellería no supervisará el proceso, porque se trata de un procedimiento que ya está superado y que una vez estudiado y aprobado, ya no se vuelve a revisar, que el proyecto está vigente, que la Declaración de Impacto Ambiental está vigente, así como que el plazo que marca el Pativel comenzará a partir del momento en el que el urbanizador cuente con todas las condiciones para que el inicio de las obras dependa única y exclusivamente de él. Se podrán introducir modificaciones no estructurales en el desarrollo del proyecto pormenorizado, como sería la adecuación del parque litoral a la protección del saladar existente en la zona.
Ahora solo quedará por ver la foto fija que marcará la próxima legislatura, quienes levantan la mano, aunque sea a regañadientes para que no se cumpla la máxima de Alfonso Guerra de que quien se mueve no sale en la foto, y quienes mantienen sus principios y votan en contra, y que el 28 de mayo salga el sol por Antequera o por Torrenostra.
![[Img #94863]](http://el7set.es/upload/images/05_2023/6836_viz19-14_torreblanca_cam_a_08_f.jpg)
“La esperanza es un buen desayuno, pero una mala cena”. Este es uno de los populares aforismos que se atribuyen al filósofo, político, abogado y escritor inglés, Francis Bacon y que es muy posible que hayamos leído en alguna parte, sobretodo en el vasto caudal de información y de frases célebres que es internet en todas sus formas. Alude a la faceta positiva que representa estar esperanzado al inicio de un proyecto, de una jornada de trabajo o de una vida, pero lo triste que resulta acercarse al final –de ese proyecto, esa jornada de trabajo o de esa vida- y estar aún esperando que la providencia venga a resolver nuestros problemas.
Torreblanca lleva oficialmente desde el 22 de julio de 2002, fecha en la que se aprobó la Homologación Modificativa del Litoral de Torreblanca, pendiente de la esperanza de un futuro mejor para todos y todas, basada en los proyectos urbanísticos/turísticos que por aquellas fechas brotaban como champiñones en el Levante Feliz de las mayorías del Partido Popular, los alcaldes y concejales de Urbanismo que alcanzaron la condición de semidioses, los emporios del ladrillo con pies de barro y los peones de albañil conduciendo bemeuves. A fecha de hoy, eso representa 21 años de almanaque de esperanzas, más o menos fundadas, que hace tiempo dejaron atrás el amanecer del desayuno y se acercan inexorablemente al anochecer de la cena. De una mala cena, si atendemos a la opinión de Sir Francis.
Pero Torreblanca lleva oficiosamente esperando la resolución de todos los problemas y el perdón de los pecados desde mucho antes, desde finales de los 70, con la fallida Venecia en el Prat y después en los 80 con la fallida EuroDisney. Siempre apostando el presente y el futuro a un giro inesperado de los acontecimientos que hiciera llover dinero sobre un pueblo que dormitaba en los 90 ajeno a su decadencia, esperanzados a que un Deus Ex Macchina, una grúa que introdujera en la escena a una deidad para resolver nuestra obra teatral, que con el tiempo por diferentes géneros. Del drama a la tragicomedia, pasando por la farsa. No podemos pasar por alto la broma del destino que representa estar esperando, precisamente, ver una grúa en el horizonte.
El comienzo esperanzador
De aquellos polvos vinieron estos lodos. A la Torreblanca que en los 90 vivía el fin de siglo en una legislatura sostenida con un singular pacto entre PP, PSOE y BLOC, (inconcebible en el actual escenario de polarización), con un ayuntamiento presidido por Josep María Pañella (BLOC) al que llegaron representantes del Grupo Gimeno para plantear un pequeño desarrollo urbanístico en la zona del Campás, en los terrenos que esta empresa tenía en propiedad. A partir de ahí la cosa se nos fue de las manos.
Después de sobrevivir al Efecto 2000, al fin de siglo y al inicio del siglo XXI, la legislatura 1993-2003 arrancaba con un nuevo pacto ideológicamente ecléctico, pero esta vez con José Luis Fabregat (PP), al frente de la alcaldía. Para entonces ya andaba en los despachos el runrún del campo de golf que el Grupo Gimeno quería plantar en el pueblo, para eso se estaba tramitando la Homologación del Litoral y todo el mundo se las prometía muy felices. Pero como si la historia de Torreblanca la hubiera escrito un guionista sádico de Netflix, el pacto imposible que mantenía fuera de las plantas nobles del Ayuntamiento de Torreblanca al CIP de Daniel Ansuategui y Juan Manuel Peraire saltó por los aires para “unificar la derecha” y conseguir sumar los tres concejales que tenía el PP en esos tiempos a los cinco que tenía el CIP. No con poca crueldad desde entonces el autor de este reportaje ha utilizado siempre que ha tenido oportunidad la broma de que para la derecha torreblanquina hay una anomalía aritmética que establece que cinco más tres es igual a cinco. Ese fue el número de concejales que consiguió en las siguientes elecciones el PP “reunificado”, no sin antes haber aprobado, también en vísperas de elecciones (verán que esta es una constante en todo el proceso a lo largo de estos 21 años de esperanza), la adjudicación a la empresa Urbanizadora Torremar de la condición de agente urbanizador del proyecto Doña Blanca Golf, que comprendía los sectores IV, VII, VIII, IX y X de la Homologación del Litoral, para urbanizar 1.911.917 metros cuadrados y construir cuatro mil y pico viviendas, hoteles, locales comerciales y un coqueto campo de golf de 18 hoyos. La maqueta, que se paseaba por todas las ferias de urbanismo y turísticas del país, daba gloria verla.
Pero la anomalía aritmética del PP torreblanquino se dio de bruces con los cuatro concejales por barba que sacaron PSOE y BLOC. Siete meses le duró la alcaldía a Juan Manuel Peraire, que estuvo calentando la silla presidencial mientras que socialistas y valencianistas, que siempre han andado a la greña, se ponían de acuerdo. Una vez las cosas se encauzaron, PSOE y BLOC, que votaron en contra del proyecto por lo precipitado de la convocatoria en las vísperas de elecciones y por el precio al que se pagaban los terrenos del 10% que correspondía al ayuntamiento, se plantaron con la empresa urbanizadora y le sacaron los higadillos en forma de 12 millones de euros en cash y 12 en obras (obras que luego se ejecutaron con decepcionantes resultados, costes gargantuescos y que después no han tenido el rendimiento social esperado). Y como los ricos también lloran, la bonanza económica para las arcas municipales no resultó un bálsamo para la inquina que se tenían socialistas y valencianistas, así que terminaron por partir pajitas. Pero en ese periodo los avances en la tramitación del PAI del golf se comenzaron a ralentizar por las tiranteces entre empresa y ayuntamiento, así como por la voluntad política de la superioridad política, que no quería ver inaugurado el proyecto estrella de la provincia por una panda de rojos y separatistas.
Volvieron las elecciones, ganó el PSOE, pero se unieron PP y BLOC para cerrar las puertas de la alcaldía a Manuel Agut, y ahora era Juan Manuel Peraire el que asumía la alcaldía y disfrutaba con otro pacto ideológicamente improbable de las bondades de las uniones contranatura. A pesar de que fue una legislatura bastante tranquila en lo político, más allá de los sainetes en los plenos, el proyecto del golf no progresa adecuadamente. Desesperaditos por la llegada de otras elecciones, si, otra vez los golpes de efecto de precampaña, los miembros del equipo de gobierno escenificaron un movimiento de tierras para la foto, que dejó la zona como Kansas después de un tornado y “tal día hizo un año, ni para mi provecho ni para mi daño”.
Las dos siguientes legislaturas, 2007-2011 y 2011-2015, el PP y Juan Manuel Peraire estuvieron al frente del ayuntamiento, pero verdes las han segado. La burbuja urbanística le hizo ¡pop! en la cara a Torreblanca y al proyecto del golf. Por mucho que se intentó, la empresa Urbanizadora Torremar ya no daba más de sí. Como tantas otras empresas del ladrillo, entró en concurso de acreedores y hasta aquí hemos llegado. Luego vino todo el proceso, como en las separaciones, de ver quién se queda con el perro y con la cubertería que regaló la tía Puri y la esperanza tornaba en desesperanza. Intentos a la desesperada, como la carta de intenciones de HGI Capital y FaifGroup en 2015, (exacto, cerca de las elecciones), de la que nunca más se supo, volvían a meter a empujones la promesa del golf en campaña. Litigios, negociaciones y propuestas más o menos indecentes, alumbraron en la legislatura 2015-2019 un nuevo gobierno, encabezado por Josefa Tena y el PSOE, con Compromís (la nueva denominación del BLOC) y dos concejales que se presentaron con Ciudadanos, pero a los que expulsaron a las primeras de cambio. Regresaba así Rosa Ana Villanueva al escenario político, después de haber sido artífice de la reunificación de la derecha que a la postre le costó ser relegada por las nuevas mayorías en el seno de los populares torreblanquinos.
Villanueva se cobró el despecho del PP asociándose de nuevo con el PSOE para gobernar en minoría con el apoyo como colaboradores necesarios de dos concejales del PP que a estas alturas de la legislatura aún no tienen claro si están expulsados o no del partido y a los que el resto de la oposición no tardó en tildar de tránsfugas, especialmente lo que quedaba del Grupo Municipal Popular.
Pero éramos pocos y parió la abuela, la Generalitat Valenciana se había puesto manos a la obra y se disponía a pintar de verde lo poco que quedaba por urbanizar del litoral, que lo tenía manga por hombro y se dejó caer con el Pativel, para pasmo y desesperación de urbanizadores, alcaldes e intermediarios.
Más pleitos, más negociaciones y otra escenificación del consabido, ¡Esta vez sí! de cada cita electoral, se sacaba a licitación por segunda vez el proyecto y ninguna empresa se presentó. A esas alturas la Sareb, el banco malo, ya era propietaria de la mayoría de los terrenos, así que al ver que pintaban bastos no le quedaba otra que ponerse al timón y tratar de que el proyecto llegara a buen puerto, si es que quería mantener sus terrenos al precio de urbanizables en su balance contable. Con más miedo que ganas el banco malo levantaba la mano y solicitaba la adjudicación preferente como propietario mayoritario, para lo que tenía que crear una Agrupación de Interés Urbanístico, y la creó. Así la Sareb ganaba tiempo, conseguía oxígeno y se aseguraba de que el proyecto no decayera. El Pativel, que hasta los gobiernos ecosocialistas tienen su corazoncito, le daba cuartelillo al golf de Torreblanca. Cinco años para empezar a poner ladrillos. O eso era lo que la mayoría pensaba.
Pero que si son galgos o son podencos, y con una pandemia de por medio, los cinco años de gracia pasaron en un suspiro, y nos encontramos de nuevo a las puertas de unas elecciones municipales y autonómicas. Salvo esporádicas apariciones en prensa y algún comentario en los plenos en la línea de “Estamos en ello”, el equipo de gobierno se prodigaba poco en información, mientras se las veía con las administraciones para contar con luz y agua para el proyecto. Lograda la subestación, quedaba el abastecimiento de agua potable, lo que se materializaría por fin el 19 de abril de 2023 con la publicación en el Diari Oficial de la Provincia de Castelló del trámite de Información Pública de la solicitud de una concesión para abastecimiento de agua para consumo humano a Torreblanca para 9.984 habitantes equivalentes (Casco urbano, Sector III, Sector Progrés). La publicación nada dice del PAI Doña Blanca Golf, pero los que están a favor del golf lo celebraron como el gol de Iniesta en el Mundial, asegurando que eso abría las puertas del cielo al proyecto, que ahora sí que sí.
Las distintas sensibilidades dentro del Botànic
Y en esas estábamos, con los carteles y los programas electorales imprimiéndose, cuando desde El 7 Set dirigíamos una pregunta de apariencia inocua al Director General de Urbanismo, Vicente García Nebot, sobre el fin del plazo de cinco años contemplado en la Disposición Transitoria del Pativel tenía como respuesta que la eventual caducidad, que tendría que ser declarada expresamente por el ayuntamiento, estaría condicionada a que el retraso de la tramitación estuviera debida a causas imputables a la administración o a sus entidades concesionarias. Resultaba que nos íbamos a la prórroga.
Esta circunstancia sacaba a relucir las diferencias entre las distintas sensibilidades que conforman el Gobierno del Botánic, que se establecen en los diferentes niveles de la administración, dependiendo del organigrama. Si la cabeza es PSOE, el siguiente nivel es Compromís y el siguiente inmediatamente inferior Podem. Y así en todas las consellerías. De ese modo, los sectores más ecologistas o proteccionistas, que menos ganas tenían de que continuara sine die el modelo de hormigón y ladrillo, interpretaban que existen razones más que fundamentadas para que se considere la inviabilidad del proyecto de Doña Blanca Golf, la caducidad de la Declaración de Impacto Ambiental, el informe del Secretario Municipal y la propia Disposición Transitoria, que desde la Dirección General de Política Territorial y Paisaje y de la Secretaría autonómica de Política Territorial, Urbanismo y Paisaje se consideraba definitiva y que establecería el cambio de clasificación del suelo a no urbanizable de especial protección una vez cumplido el plazo de cinco años. No obstante, en el caso de que se aplicara esa condicionante, ambos departamentos identificados con Compromís se mantenían como garantes de que el proceso se llevara a cabo bajo su supervisión y que la Dirección General de Política Territorial y Paisaje, en última instancia, estudiara uno por uno los casos.
Se revolvía la cabecera socialista de la consellería y aparecía en los medios un informe de la Abogacía de la Generalitat en el que se determinaba que serían los ayuntamientos los que determinaran la caducidad de los programas. En un último intento, desde la Dirección General de Política Territorial y Paisaje se le recordaba al Ayuntamiento de Torreblanca que se le había instado a solicitar la pertinente petición de consulta con la finalidad de emitir los informes correspondientes sobre inundabilidad. Resulta que la administración autonómica, en estos casos es como Drácula, que no puede entrar en tu casa si no lo invitas. Este documento es del 14 de agosto de 2020, el ayuntamiento al parecer se hizo el sueco y ni hay informe que valga.
Y así llegamos a la campaña electoral. Si, otra vez, ya lo sé. Pero, salvo comentarios sottovoce, no se acaba de entrar al trapo con la polémica del golf. Nada de reacciones ni para bien ni para mal, solo tensa espera. Todos esperando si es verdad, que ahora sí que sí, que va de veras. Una fuente nos confirma que en el ayuntamiento existe la intención de que, una vez tengan la garantía del suministro de agua potable al finalizar la información pública, se lleve a pleno la adjudicación del PAI del golf a la Agrupación de Interés Urbanístico encabezada por la Sareb. Es entonces cuando llega a nuestra redacción un correo electrónico con dos artículos de opinión firmados por Daniel Ansuategui, y en uno de ellos afirma que el 22 de mayo se celebrará un pleno para realizar esa adjudicación del proyecto que ahora se llamará Agrupación de Interés Urbanístico Azahar Sea de Torreblanca. Si esto fuera Whatsapp estaría lleno de caritas sorprendidas. Un político y agente inmobiliario jubilado tiene más información y más precisa que medio equipo de gobierno, toda la oposición y el resto del mundo. Finalmente, en el último pleno ordinario celebrado este jueves 18 de mayo, la alcaldesa, Josefa Tena reconocía, a preguntas de la portavoz del PP, Tania Agut, su intención de celebrar ese pleno, ahora que estamos listos de papeles. Más allá iba la concejala de Urbanismo, Rosa Ana Villanueva, quien aseguraba que quería terminar el trabajo que había realizado durante las dos legislaturas que ha estado al frente de la cartera de Urbanismo. Y el ayuntamiento que salga de las urnas que haga de su capa un sayo.
¿Qué se va a aprobar?
El próximo 22 de mayo, como la costumbre se convierte en ley, a seis días de poner la papeleta en la urna se aprobará un proyecto que en líneas generales, salvo modificaciones estéticas, se parece mucho a la infografía con la que ilustramos todos los artículos del golf durante los últimos 20 años. Se planean 241 viviendas aisladas R1a, 107 viviendas aisladas R1b, 133 viviendas adosadas R2, 4.112 viviendas en bloques de seis plantas R3. Esas cifras difieren un poco de las que muestra Azahar Sea en su web, 255 R1a, 106 R1b, 132 R2 y 3.936 R3, que suman un total de 4.400 viviendas, dedicando a superficie hotelera 124.500 metros cuadrados y a superficie comercial 55.000 metros cuadrados.
Una diferencia significativa, el proyecto que está disponible en la web del Ayuntamiento de Torreblanca no deja claro el número de hoyos del campo de golf, asumiendo que se mantengan los mismos 18 hoyos del proyecto inicial, ya que la superficie destinada a campo de golf es la misma. Sin embargo, en el folleto de venta que está disponible en internet en la primera página se les olvidó corregir las dos equis que pusieron después de “un campo de golf de XX hoyos”, pero en otros párrafos reconoce abiertamente que solo tendrá 9 hoyos. Para hacernos una idea, como el campo del Pinar de Castelló. En las próximas elecciones el increíble campo de golf menguante podría convertirse en un minigolf.
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El folleto de Azahar Sea nos indica varias cosas. La primera, que el proyecto está a la venta en conjunto, que la Sareb está buscando un inversor o un comprador para todo, proyecto y suelo. No están vendiendo apartamentos, venden el lote entero. La segunda, que ni la Sareb ni el Banco Sabadell parecen interesados en construir nada, solo están ganando tiempo para que aparezca el fondo de inversión que les quite la patata caliente de las manos. La tercera, que se les pase lo de XX hoyos solo indica el poco cariño y atención a los detalles que demuestran para un proyecto de más de 60 millones de euros. La web tiene copyright de 2019 y está registrada a nombre de une empresa denominada Soluciones Corporativas IP SL, con sede en Manacor, Illes Balears, “Especializados en el desarrollo de soluciones de conectividad, presencia y contenidos en Internet”, pero no en corrección de textos.
Las informaciones que hemos podido recabar de fuentes de la Dirección General de Urbanismo también nos indican que la Consellería no supervisará el proceso, porque se trata de un procedimiento que ya está superado y que una vez estudiado y aprobado, ya no se vuelve a revisar, que el proyecto está vigente, que la Declaración de Impacto Ambiental está vigente, así como que el plazo que marca el Pativel comenzará a partir del momento en el que el urbanizador cuente con todas las condiciones para que el inicio de las obras dependa única y exclusivamente de él. Se podrán introducir modificaciones no estructurales en el desarrollo del proyecto pormenorizado, como sería la adecuación del parque litoral a la protección del saladar existente en la zona.
Ahora solo quedará por ver la foto fija que marcará la próxima legislatura, quienes levantan la mano, aunque sea a regañadientes para que no se cumpla la máxima de Alfonso Guerra de que quien se mueve no sale en la foto, y quienes mantienen sus principios y votan en contra, y que el 28 de mayo salga el sol por Antequera o por Torrenostra.
























