Mi vida como erizo
La maldición electoral de Tutankamgolf en Torreblanca
![[Img #94979]](http://el7set.es/upload/images/05_2023/5755_118_2519_9606_5618_8379__mg_3594ns.jpg)
Torreblanca y su infame PAI del golf han sido protagonistas de interminables debates a lo largo de los más de veinte años de tramitación sobre los benéficos efectos que para el pueblo tendría la construcción de este proyecto urbanístico, que para algunos sería la panacea que curase todos los males del cuerpo y del alma. Pues este Bálsamo de Fierabrás del ladrillo, contrariamente a lo que pudiera parecer, no tiene efectos positivos para quienes lo han enarbolado como pendón y estandarte en las campañas políticas.
Algo tiene el dichoso proyecto, con el que se pretenden construir más de 4.000 viviendas y un campo de golf menguante, que a quienes lo promueven les acaba yendo como en feria. Aunque muchos políticos torreblanquinos y algún que otro espontáneo, han hecho del proyecto urbanístico su banderín de enganche para reunir en torno a su proyecto, que en muchos casos se reduce a eso, a todo aquel que aún tenga una remota esperanza de que la cosa se haga realidad, más allá de las infografías, que son muy sufridas.
Si nos remitimos a los hechos y los números, que acostumbran a ser irritantemente tozudos, aunque los políticos han querido sacar tajada electoral -de la otra el tiempo dirá quien sisó y quien no-, a las criaturas lo de vender la moto del golf les ha ido regulín.
Pero vamos a los hechos. Volvemos atrás en el tiempo, 2003, otra vez vísperas de elecciones y se aprueba el PAI del golf, se las prometía muy felices el PP recién reunificado (3-PP, 5 CIP), pero se ve que no todos los votantes de derechas recibieron el memorándum que explicaba que ahora tocaba votar a los de la gaviota y el frentazo dejó un gobierno sietemesino de los populares, en lo que PSOE y BLOC se avenían. Los que estaban a favor del golf obtuvieron cinco concejales y los que votaron en contra en 2003 subieron a cuatro cada uno –cabe recordar que el PSOE venía de un solo edil y BLOC de dos-.
Siguientes elecciones, 2007, veníamos de que PSOE y BLOC le sacaran a la empresa adjudicataria un pico y, ahora sí, todos los partidos con representación estaban más o menos a favor del golf. Los socialistas capitalizaron la recta final de la legislatura desde la alcaldía y subieron en las elecciones hasta los cinco concejales, que los ponía incluso por delante del PP, también con cinco, en número de votos. Pero populares y valencianistas les aguaron la fiesta con un pacto improbable y la victoria resultó pírrica.
En la cita electoral de 2011, PP y BLOC se hicieron la foto de los movimientos de tierra que parecía la visita a una zona catastrófica y les pasó factura. Los nacionalistas, cayeron hasta un solo representante, pero el PP tampoco acababa de despegar y no le dieron los números para una mayoría absoluta. Un dramático giro de los acontecimientos les dio la oportunidad de aprovechar la espantada de una concejala del PSOE, que les daba el necesario voto para gobernar.
En el 2015 el PP se enseñoreaba como el único garante del desarrollo del golf, con todo lo que estaba cayendo y con la empresa en concurso de acreedores, mientras los otros partidos miraban de reojo. El pacto de PSOE, Compromís y dos expulsados de Ciudadanos los dejó sin plumas y cacareando, a pesar de haberse cansado de decir que sin ellos el golf no sería y nos íbamos a arrepentir muy mucho.
Pero el año 2019 quien iba a los mandos de la locomotora eran PSOE y Rosa Ana Villanueva, que en esas elecciones crearía la agrupación electoral Torreblanca Decide. Y Torreblanca decidió que de las dos actas logradas con Ciudadanos se quedara en una, mientras los socialistas salvaban los muebles manteniendo cuatro concejales, a pesar de haber perdido una significativa cantidad de votos, en gran parte por la dispersión del voto y por la debacle en la derecha torreblanquina con la lista que encabezó José Luis Fabregat con Ciudadanos. Compromís, que ya se mostraba abiertamente en contra del proyecto, capitalizó su oposición logrando tres representantes.
Resumiendo, en Torreblanca nadie ha sacado rédito político del impulso al PAI del golf, o al menos electoralmente. Si nos remitimos a los datos, cuando uno o más partidos han puesto en cuestión el proyecto o se han opuesto diametralmente, han canalizado una corriente de votos que encarna a todos aquellos habitantes de la localidad que no acaban de tener muy claro si la cosa le sacará de pobre o solo beneficiará, como siempre, a cuatro listos. El proyecto está en Torreblanca, pero no es Torreblanca. La propiedad es en gran medida de bancos o de la Sareb, el banco malo. El 30% restante lo ostentan empresas y algunos particulares. Lo que se vendió se vendió y se sacó el beneficio a esas ventas, pero no ofrece garantías de que los medios, las inversiones públicas que se requieren y los compromisos e hipotecas que representan para el pueblo repercutan en el bien común, que como el sentido, es el menos común de los bienes.
Así que, en la previa de un pleno decisivo y a días de las elecciones, ¿realmente es el proyecto del golf un argumento que atrae votos o el hecho de oponerse si que aglutina más voluntades a la hora de meter la papeleta en la urna? La respuesta el próximo domingo.
Torreblanca y su infame PAI del golf han sido protagonistas de interminables debates a lo largo de los más de veinte años de tramitación sobre los benéficos efectos que para el pueblo tendría la construcción de este proyecto urbanístico, que para algunos sería la panacea que curase todos los males del cuerpo y del alma. Pues este Bálsamo de Fierabrás del ladrillo, contrariamente a lo que pudiera parecer, no tiene efectos positivos para quienes lo han enarbolado como pendón y estandarte en las campañas políticas.
Algo tiene el dichoso proyecto, con el que se pretenden construir más de 4.000 viviendas y un campo de golf menguante, que a quienes lo promueven les acaba yendo como en feria. Aunque muchos políticos torreblanquinos y algún que otro espontáneo, han hecho del proyecto urbanístico su banderín de enganche para reunir en torno a su proyecto, que en muchos casos se reduce a eso, a todo aquel que aún tenga una remota esperanza de que la cosa se haga realidad, más allá de las infografías, que son muy sufridas.
Si nos remitimos a los hechos y los números, que acostumbran a ser irritantemente tozudos, aunque los políticos han querido sacar tajada electoral -de la otra el tiempo dirá quien sisó y quien no-, a las criaturas lo de vender la moto del golf les ha ido regulín.
Pero vamos a los hechos. Volvemos atrás en el tiempo, 2003, otra vez vísperas de elecciones y se aprueba el PAI del golf, se las prometía muy felices el PP recién reunificado (3-PP, 5 CIP), pero se ve que no todos los votantes de derechas recibieron el memorándum que explicaba que ahora tocaba votar a los de la gaviota y el frentazo dejó un gobierno sietemesino de los populares, en lo que PSOE y BLOC se avenían. Los que estaban a favor del golf obtuvieron cinco concejales y los que votaron en contra en 2003 subieron a cuatro cada uno –cabe recordar que el PSOE venía de un solo edil y BLOC de dos-.
Siguientes elecciones, 2007, veníamos de que PSOE y BLOC le sacaran a la empresa adjudicataria un pico y, ahora sí, todos los partidos con representación estaban más o menos a favor del golf. Los socialistas capitalizaron la recta final de la legislatura desde la alcaldía y subieron en las elecciones hasta los cinco concejales, que los ponía incluso por delante del PP, también con cinco, en número de votos. Pero populares y valencianistas les aguaron la fiesta con un pacto improbable y la victoria resultó pírrica.
En la cita electoral de 2011, PP y BLOC se hicieron la foto de los movimientos de tierra que parecía la visita a una zona catastrófica y les pasó factura. Los nacionalistas, cayeron hasta un solo representante, pero el PP tampoco acababa de despegar y no le dieron los números para una mayoría absoluta. Un dramático giro de los acontecimientos les dio la oportunidad de aprovechar la espantada de una concejala del PSOE, que les daba el necesario voto para gobernar.
En el 2015 el PP se enseñoreaba como el único garante del desarrollo del golf, con todo lo que estaba cayendo y con la empresa en concurso de acreedores, mientras los otros partidos miraban de reojo. El pacto de PSOE, Compromís y dos expulsados de Ciudadanos los dejó sin plumas y cacareando, a pesar de haberse cansado de decir que sin ellos el golf no sería y nos íbamos a arrepentir muy mucho.
Pero el año 2019 quien iba a los mandos de la locomotora eran PSOE y Rosa Ana Villanueva, que en esas elecciones crearía la agrupación electoral Torreblanca Decide. Y Torreblanca decidió que de las dos actas logradas con Ciudadanos se quedara en una, mientras los socialistas salvaban los muebles manteniendo cuatro concejales, a pesar de haber perdido una significativa cantidad de votos, en gran parte por la dispersión del voto y por la debacle en la derecha torreblanquina con la lista que encabezó José Luis Fabregat con Ciudadanos. Compromís, que ya se mostraba abiertamente en contra del proyecto, capitalizó su oposición logrando tres representantes.
Resumiendo, en Torreblanca nadie ha sacado rédito político del impulso al PAI del golf, o al menos electoralmente. Si nos remitimos a los datos, cuando uno o más partidos han puesto en cuestión el proyecto o se han opuesto diametralmente, han canalizado una corriente de votos que encarna a todos aquellos habitantes de la localidad que no acaban de tener muy claro si la cosa le sacará de pobre o solo beneficiará, como siempre, a cuatro listos. El proyecto está en Torreblanca, pero no es Torreblanca. La propiedad es en gran medida de bancos o de la Sareb, el banco malo. El 30% restante lo ostentan empresas y algunos particulares. Lo que se vendió se vendió y se sacó el beneficio a esas ventas, pero no ofrece garantías de que los medios, las inversiones públicas que se requieren y los compromisos e hipotecas que representan para el pueblo repercutan en el bien común, que como el sentido, es el menos común de los bienes.
Así que, en la previa de un pleno decisivo y a días de las elecciones, ¿realmente es el proyecto del golf un argumento que atrae votos o el hecho de oponerse si que aglutina más voluntades a la hora de meter la papeleta en la urna? La respuesta el próximo domingo.