Sábado, 13 de Septiembre de 2025

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Zacarías Ramo Traver
Jueves, 15 de Agosto de 2024

Recuerdos de un octogenario. Torreblanca hace 80 años. (V). La agricultura

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En 1940, al pequeño término municipal de Torreblanca se le podía calificar de vergel. No había ni un palmo de tierra que no estuviera cultivada primorosamente. Y dada la situación del país, con graves carencias alimentarias que provocaron fenómenos como las cartillas de racionamiento y el estraperlo, había mercado para toda clase de productos agropecuarios.

   Nunca los labradores vendieron sus cosechas tan pronto y tan bien pagadas. Cultivos, en principio marginales, como el del boniato enriquecieron al pueblo, del que salían vagones enteros de productos agrarios con destino preferente a Barcelona.

   El campo se llenó de motores, que junto a les senies, extraían del subsuelo el agua que necesitaban los cultivos. Y la red de regueros de agua, hechos de mampostería, se extendía por todo el municipio. Lo que generó que surgieran nuevas ocupaciones como los motoristas y els seguidors. Y florecieron las sociedades de riego, pues había que ser socio para poder regar de un pozo societario.

   Incluso se produjeron cambios sociales, antes los afortunados eran los empleados que tenían un salario fijo, en cambio, en los 40 los labradores se convirtieron en los “ricos” de la sociedad torreblanquina, pues vendían  sus cosechas a buenos precios.

   Al atardecer era todo un espectáculo ver las hileras de carros regresando a casa tras estar sus ocupantes todo el día faenando en el campo. Y en el cruce del carrer del mar y el camí de l´estació, y al lado de los antiguos llavadors, había sendos abrevadores donde solían pararse los labradores para que abrevaran las acémilas.

   Pero pasaron los años, la situación socioeconómica se estabilizó, desaparecieron los cupos y el estraperlo,  y el minifundio torreblanquí no fue capaz de resistir la competencia de los latifundios donde podían emplearse maquinaria agrícola que hacía más rentable los cultivos.

   Y ante la pasividad de muchos y la falta de visión de otros, hemos llegado a la situación actual donde, según estimaciones empíricas, algo más de un 80 % de las fincas agrícolas están abandonadas, incluidas las arboladas. Hoy, para un octogenario pasear por el campo es lamentarse:

¡Terreta meva, qui t'ha vist i qui et veu!

 

  

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