FUNDACIÓN CAJA CASTELLÓN
La cantautora Marina Rossell en “Dona i poesía” del ciclo Femenino Singular
La cultura, la investigación, la sanidad y la educación son el alma, la esencia, los pilares de la sociedad. Sin ellos nos estamos separando de lo que es el ser humano, de lo que nos separa de los animales”.
Muchas son las cosas
que han cambiado desde que Marina Rossell debutó en la música en 1976 con el disco 'Si volieu
escoltar'. Ahora, después de una veintena de discos y centenares de conciertos
que la han llevado por todo el mundo ha venido al edificio Hucha de la
Fundación Caja Castellón acompañada de su exquisita voz y su compromiso para
hablarnos en “este momento apasionante pero desolador… de la importancia de
mantener la esperanza aunque sea desde la desesperanza". Porque "es
triste ver cómo se van rompiendo los engranajes de la rueda que hacen que gire
la vida. Si trabajas puedes pagar la hipoteca, entonces tienes estabilidad y
puedes ir a los conciertos... Y la pregunta es, ¿quién hace que salten los
engranajes? Esta es la gran pregunta".
Con respecto
a su trabajo afirmó que lo que le importa es moverse por las emociones y “no
hacer cosas musicalmente obvias, buscar sonoridades que rehúyan al máximo de lo
que ya tengo interiorizado”, además de remar contra corriente.
Afirma que “estamos
viviendo el final de la industria discográfica. Se consume más música que nunca
pero cada vez menos gente puede vivir de su trabajo en este campo. Una paradoja
desoladora”. Por eso, en esta época, que para la autora es de transición “es
cuando mejor debemos hacer las cosas. Afinar al máximo porque este panorama te
roba la autoestima y solamente el trabajo bien hecho puede devolvértela”.
Cuando en
Internet comprueba que la gente descarga la música siente “desolación. No
tanto por mí si no por todo el gremio. Esto nos traerá una caída radical de la
calidad. Los artistas se implicaran menos y al final ya no será necesario ir a
un estudio ni a masterizar porque todo se hará en casa… y todo será intangible.
A mí me sigue gustando el cedé. Continúo comprando porque necesito tocar el
objeto, ver las fotografías, dibujos, textos, saber quién toca… La música ya es
intangible pero lo será mucho más si le quitamos el soporte”.
“Vivimos
un momento duro y no hay que perder de vista la situación social”,
afirma. “La única cosa que puede salvarnos es la protección a la cultura. La
cultura, la investigación, la sanidad y la educación son el alma, la esencia,
los pilares de la sociedad. Sin ellos nos estamos separando de lo que es el ser
humano, de lo que nos separa de los animales”.
Por eso,
afirma “tenemos que dejar de hablar de abstracciones y empezar a hablar de
realidad. No puede ser que hablemos de un único tema, no puede ser que estemos
tan ocupados defendiéndonos. Tenemos que pacificarnos pero debemos continuar
siendo críticos, tenemos que practicar la empatía, la resiliencia, la sinergia.
Hacer cosas grandes de cosas pequeñas”
Muchas son las cosas
que han cambiado desde que Marina Rossell debutó en la música en 1976 con el disco 'Si volieu
escoltar'. Ahora, después de una veintena de discos y centenares de conciertos
que la han llevado por todo el mundo ha venido al edificio Hucha de la
Fundación Caja Castellón acompañada de su exquisita voz y su compromiso para
hablarnos en “este momento apasionante pero desolador… de la importancia de
mantener la esperanza aunque sea desde la desesperanza". Porque "es
triste ver cómo se van rompiendo los engranajes de la rueda que hacen que gire
la vida. Si trabajas puedes pagar la hipoteca, entonces tienes estabilidad y
puedes ir a los conciertos... Y la pregunta es, ¿quién hace que salten los
engranajes? Esta es la gran pregunta".
Con respecto a su trabajo afirmó que lo que le importa es moverse por las emociones y “no hacer cosas musicalmente obvias, buscar sonoridades que rehúyan al máximo de lo que ya tengo interiorizado”, además de remar contra corriente.
Afirma que “estamos viviendo el final de la industria discográfica. Se consume más música que nunca pero cada vez menos gente puede vivir de su trabajo en este campo. Una paradoja desoladora”. Por eso, en esta época, que para la autora es de transición “es cuando mejor debemos hacer las cosas. Afinar al máximo porque este panorama te roba la autoestima y solamente el trabajo bien hecho puede devolvértela”.
Cuando en Internet comprueba que la gente descarga la música siente “desolación. No tanto por mí si no por todo el gremio. Esto nos traerá una caída radical de la calidad. Los artistas se implicaran menos y al final ya no será necesario ir a un estudio ni a masterizar porque todo se hará en casa… y todo será intangible. A mí me sigue gustando el cedé. Continúo comprando porque necesito tocar el objeto, ver las fotografías, dibujos, textos, saber quién toca… La música ya es intangible pero lo será mucho más si le quitamos el soporte”.
“Vivimos un momento duro y no hay que perder de vista la situación social”, afirma. “La única cosa que puede salvarnos es la protección a la cultura. La cultura, la investigación, la sanidad y la educación son el alma, la esencia, los pilares de la sociedad. Sin ellos nos estamos separando de lo que es el ser humano, de lo que nos separa de los animales”.
Por eso, afirma “tenemos que dejar de hablar de abstracciones y empezar a hablar de realidad. No puede ser que hablemos de un único tema, no puede ser que estemos tan ocupados defendiéndonos. Tenemos que pacificarnos pero debemos continuar siendo críticos, tenemos que practicar la empatía, la resiliencia, la sinergia. Hacer cosas grandes de cosas pequeñas”














