El paso de los años es inevitable, envejecer es opcional

Cuando la asociación cultural de Torreblanca “Per amor a l’art”, me propuso hacer un corto taller de escritura creativa, acepté al parecerme una buena ocasión para trasmitir a los posibles interesados, los conocimientos adquiridos durante mi faceta como escritora. Han sido cuatro meses muy bonitos en los que todos hemos aprendido literariamente pero también como personas. Esto último es lo que me ha llevado a escribir este artículo, con el simple ánimo de visibilizar una realidad y mover a la sana reflexión.

La edad del alumnado del taller comprendía desde los treinta años a mayores de setenta: Aarón, Alicia, Sandra, Teresa, Isabel, Paquita y Sebastiana. Estas tres últimas alumnas eran las más mayores y nos han dado al resto de participantes una lección de vida.

Ya cuando el primer día les dije que agradecía a todos los interesados, que quisieran enfrentarse al reto de una hoja en blanco, pero que me parecía realmente  loable que mujeres que por la edad, entorno y las pocas opciones de formación que tuvieron en su juventud, se decidieran a participar, una de ellas nos contestó que el paso de los años es inevitable, pero envejecer es opcional.

Aquello fue el indicio de que este taller iba a ser muy gratificante.

Este pasado lunes fue la clausura del taller y estas tres alumnas (Paquita, Sebastiana e Isabel) tuvieron la ilusión de escribirnos una carta de despedida para todos los participantes.

De ella extraigo estos párrafos que me han impulsado a escribir este artículo, ya que, además de ser palabras muy emotivas, no dejan de ser, a mi entender, el sonido de una alarma que todos deberíamos escuchar para la reflexión.

Párrafos extraídos de la carta:

- Compartir nuestras inquietudes, anhelos y aficiones con gente de todas las edades nos ha hecho sentirnos más vivas y que todavía podemos aportar.

- Este taller ha sido como un despertar, como poner en marcha un pequeño sueño.

- Sería muy gratificante formar parte de encuentros y talleres con gente de cualquier edad, que nos harían sentirnos más jóvenes y vivas. No queremos sentirnos paradas, nos gusta participar y estar al día.  Ser parte de una comunidad donde los pequeños, jóvenes y mayores pudiésemos ir de la mano.

Estos tres párrafos visibilizan la situación de muchos de nuestros mayores y podrían indicarnos la dirección hacia dónde dirigirnos como sociedad: promover actividades que integren todo tipo de ciudadanos y edades. Unos aprendemos de los otros y salimos todos enriquecidos y fortalecidos como Comunidad.

No todo es deporte, no todo es baile, no todo son chocolatadas, (actividades muy loables todas, no se me malinterprete)

Seguramente si entre todos nos lo proponemos, podemos aprender de esta lección de vida que nos han dado Paquita, Sebastiana e Isabel.